Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Atraídos por la arquitectura, las plazas, parques, jardines y los más recónditos espacios de una urbe, que ya exhibe cinco centenarios de vida, coreógrafos, bailarines, fotógrafos y diseñadores de Cuba y otros países se darán cita en La Habana, del 15 al 19 de abril.
Se trata de Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos. Habana Vieja: Ciudad en Movimiento, una de las citas más populares de la añeja urbe, que ahora llega a sus 25 años de creado, y se desarrollará con la colaboración de la Oficina del Historiador de la Ciudad y del Centro de Teatro de La Habana.
Hasta el momento a Danza Callejera -organizada desde 1996 por la bailarina Isabel Bustos- están confirmados solistas extranjeros y primeras compañías de Brasil (Bruno Parisoto); Chile (Compañía La Manada); España (Compañía ERTZA); y México (Colectivo “i” /Larisa González.
También acudirán Fábula Danza Contemporánea “Gente que Baila” / Fabiola García Ángeles; Graillet Cía. Danza/ Leticia Domínguez; Metamorphosis Danza Teatro / Noel Robles Suastegui; Pulso, Danza Contemporánea / Alma Olivia Gómez Villarreal; Brisa Muñoz y Ángel Rosas); Japón (Mayu Shirai) y Ecuador (Cristina Tacury y Sofía Barriga).
Como ya es habitual, será inaugurado el 15 de abril; y cerrará sus puertas en la Calle de Madera, el 19 de abril, cuando se ofrecerán pequeños fragmentos de coreografías.
Durante el encuentro, en las mañanas habrá clases magistrales, en tanto los talleres acontecerán en las primeras horas de la tarde. Los pasacalles partirán desde la Plaza de Armas para conducir al público a las presentaciones en espacios urbanos; y, a partir de las 6 de la tarde, serán en áreas cerradas: a esta hora, en la Casa Museo Benito Juárez; a las 7, en la Guayasamín, a las 8, en la de África, y, a partir de las 9, en la sede de Retazos, en Las Carolinas.
Callejero, como también suele llamarse a esta cita, está incluido desde 1999 en el Circuito Internacional Ciudades que Danzan, red conformada por urbes de Europa y América, nacida en Barcelona en 1992.
El Festival resulta un suceso que permite incentivar el intercambio de ideas y experiencias artísticas entre los pueblos, y crear un compromiso común de difundir y preservar diferentes lenguajes y culturas.