Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
El 24 de febrero de 1899 –coincidiendo con el reinicio de las guerras independentistas cubanas–, el Generalísimo Máximo Gómez, junto a las tropas mambisas que fueron vitoreadas por los habaneros, hizo su entrada triunfal en la capital cubana y, seguido por la multitud, se trasladó hasta la Quinta de los Molinos, donde estableció su residencia con la familia y su Cuartel General, que radicó allí unos tres meses, desde marzo hasta junio de ese año.
En ceremonia efectuada en ese recinto, hoy restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH), el Dr. Eusebio Leal Spengler, calificó a Gómez como un hombre superior, un ser humano de gran entereza y profundas convicciones, paradigma en el cumplimiento del deber, que tuvo entre sus principios fundamentales: “No hay Revolución sin ideología revolucionaria.”
El Historiador de la Ciudad evocó momentos significativos de la historia de Cuba, desde el 24 de febrero, cuando se recomenzaron las guerras libertarias con José Martí, como máximo organizador de esta gesta, y en la que también se involucró el destacado estratega militar dominicano, Máximo Gómez, como general en jefe del Ejército Libertador.
Al acto, donde el Dr. Leal comentó que en ese sitio, cuando terminó la gesta libertaria, se efectuó el Licenciamiento del Ejército Libertador, asistieron Luis Antonio Torres Iríbar, Primer Secretario del Partido en La Habana; Luis Reynaldo Zapata, gobernador de la capital; Alpidio Alonso, Ministro de Cultura, así como colaboradores de la OHCH, entre otras personalidades.
Rememoró el intelectual que esa fue una guerra necesaria, cuya independencia se vio truncada con la intervención norteamericana hasta que llegó el enero victorioso de 1959. Manifestó que la Revolución triunfó el mismo día y casi a la misma hora en que el último general español decía sus palabras al despedirse ante las tropas norteamericanas: “Cesa hoy, cumpliendo las órdenes de mi rey y los acuerdos del tratado suscrito en París, la soberanía de España en Cuba y comienza la de los Estados Unidos”. Seguidamente, recordó la gloriosa llegada a La Habana, del líder cubano Fidel Castro, el 8 de enero.
Para finalizar su intervención, el artífice de la obra de rehabilitación que acontece en el Centro Histórico de la capital cubana, recalcó: “Queremos dedicarle esta obra a esos grandes próceres y padres de nuestra independencia (…) Para lo gloria patria se hace todo esto. Todo mérito personal es declinable. Mis colaboradores de patrimonio, el director de los museos, los restauradores, conservadores, los arquitectos, los restauradores, colocan hoy al pie de la memoria de los padres fundadores todo honor y gloria porque ella pertenece por completo a ellos, y solamente a Cuba, nuestra madre amantísima”.
La residencia donde Máximo Gómez habitara por un tiempo con su familia y donde radicó su Cuartel General, en 1899, ha recobrado vida y hoy está abierta al público como museo, con tres espacios expositivos: uno dedicado a su hijo, Panchito Gómez Toro; otro, a su esposa, Bernarda del Toro, Manana, y a su familia; y el tercero, consagrado a Gómez.
Además de las imágenes del Generalísimo y su familia, en el inmueble se exhiben objetos personales del prócer, entre ellos, sus espejuelos, navaja de afeitar, cuchara, tasa y plato; bolsa para municiones; la funda de su almohada –de finales del siglo XIX, utilizada por él Generalísimo en la Quinta de los Molinos–; accesorios del equipamiento de campaña del estratega, así como su mascarilla funeraria, en yeso, realizada en su lecho de muerte, en 1905. También el visitante pude apreciar la línea del tiempo de la Quinta de los Molinos y la biografía de Máximo Gómez.
La restauración de este recinto se integra al proyecto de la Quinta de los Molinos –Monumento Nacional, 1981–, situada en la Avenida de Carlos Tercero. Una vez concluida su total rehabilitación, radicará allí, además, un centro dirigido a la atención de niños con necesidades educativas especiales, y áreas para conferencias, videoteca y biblioteca.
Pulmón verde de la ciudad, en los predios de la Quinta abrió desde hace un tiempo el primer Mariposario de Cuba, donde el público puede admirar la belleza de las distintas especies y disfrutar de variadas propuestas culturales, que promueven la cultura científica y medioambiental y acercan a los visitantes a la naturaleza y su preservación.