Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Con un recorrido desde la historia, la arquitectura y el imaginario popular por el antiguo Convento de Santa Clara, uno de los más significativos recintos de la arquitectura religiosa cubana y el primer monasterio de monjas de clausura de Cuba, se inauguró el espacio Entre puntales y esperanzas, en ese inmueble, devenido Colegio para la formación en las Artes y los Oficios de la Restauración y Conservación del Patrimonio de Cuba, El Caribe y Las Antillas.
Así, el antiguo templo –que se terminó para su función original en 1644–, se animará con esta propuesta cultural, que le concederá una nueva vida artística a la edificación.
Muchos de los encuentros, en los que casi siempre habrá música, tendrán como centro a conferencistas, y también serán entrevistadas personalidades que han intervenido en la rehabilitación del antiguo monasterio.
El Coro Ensamble Vocal Luna puso la pincelada musical en este nuevo espacio –Entre puntales y esperanzas–, cuyo título tiene su origen en una frase del Historiador de la Ciudad, Dr. Eusebio Leal Spengler, expresada en rueda de prensa, en noviembre pasado, para informar acerca de las obras arquitectónicas rehabilitadas por los 500 años de La Habana.
El futuro Colegio para la formación en las Artes y los Oficios de la Restauración y Conservación del Patrimonio de Cuba, El Caribe y Las Antillas, que acogerá a los niveles medio y superior de especialidades relacionadas con las artes y el patrimonio, tendrá cuatro claustros. El primero se dedicará a la docencia; en el segundo –donde se encuentra la Casa del Marino– habrá salas para exposiciones, y un pequeño alojamiento destinado a profesores invitados. El tercero o perdido, como también se le llama, recibirá una intervención arquitectónica más contemporánea, en tanto el cuarto, será un bello jardín, en el cual se aprovecharán los recursos naturales.
En su etapa inicial, el Convento de Santa Clara acogió a la orden de clausura de las Hermanas Pobres de Santa Clara. Este se convirtió en leyenda en la capital cubana gracias a la obra de María de las Mercedes Beltrán Santa Cruz y Cárdenas Montalvo y O’Farrill (La Habana 1789 – París 1852), la única que logró escapar durante el período que permanecieron las clarisas en este sitio, hasta ser trasladadas a un nuevo templo en el reparto Lawton, ahora secundaria básica Camilo Cienfuegos Gorriarán. En su opúsculo Mis 12 primeros años, la Condesa de Merlín narra su estadía en ese monasterio.
Cuando las monjas lo vendieron, al comienzo de la década de los años 20 del pasado siglo, se produjo el famoso escándalo que provocó la Protesta de los 13, “no porque el convento y el conjunto no tuvieran gran valor, si no porque ello significó un pretexto para el enriquecimiento ilícito de algunos funcionarios del estado republicano de aquella época”.
Luego el convento fue ocupado por la Secretaría de Obras Públicas, desde 1925 hasta 1959, cuando pasó a ser la sede del Ministerio de Bienestar Social. En 1961, al este dejar de existir, comenzó a tener diversos usos por parte del Ministerio de Cultura.
Posteriormente, radicó allí el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología, cuyas obras de rehabilitación fueron dirigidas por el arquitecto Daniel Taboada. El CENCREM se disolvió en 2012.
El Convento de Santa Clara ocupa un terreno muy extenso dentro del Centro Histórico, en el corazón de la parte más antigua de la ciudad. De ahí que las excavaciones arqueológicas realizadas han contribuido, de manera significativa, al descubrimiento de testimonios sobre la vida y la historia de la antigua urbe.
Asimismo, estudios antropológicos revelaron la existencia de un centenar de enterramientos, por la cantidad de restos óseos encontrados. Se hallaron más de cien niños sepultados; allí estuvo la Reconcentración de Weyler y el sitio funcionó como hospital de sangre.