Por Raquel Popa Sosa y Teresa de Jesús Torres Espinosa
En coedición con Ediciones Polymita, Boloña dio a conocer La Habana también se fuma. La huella habanera en las habilitaciones de tabaco extranjeras, un texto bilingüe que, según Mario Cremata, “parece una caja de tabacos. Los tonos, el contraste, las imágenes están impecablemente tratados. Se trata de un deleite para los sentidos”
Aseguró el director de Boloña que este volumen, de Emilio Cueto -cuya premier se realizó, con justicia, en el Museo del Tabaco de la Oficina del Historiador de la Ciudad-, engalana el catálogo de la editorial. El libro, dijo, es preciso por su belleza física y contenido.
“Pedimos a Emilio, recalcó, que no se canse de devolverle a Cuba esa huella dispersa por el mundo. A nosotros nos asombra cómo una pequeña Isla puede generar tanta resonancia a nivel internacional”.
Añadió que Emilio “es muy riguroso con sus textos y se ocupa que estos lleguen a las grandes bibliotecas, como la del Congreso, en Washington, que atesora todos los editados por Boloña. Las obras concebidas por él, las distribuye en las bibliotecas, desde Pinar del Río hasta Baracoa, y las dedica en su primera página, con un cuño que reproduce el escudo de Cuba.
Durante la presentación del volumen, en la galería de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, el escritor Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura, invitó a ver un libro o a echar un poco de humo, presente en varios rituales religiosos”. Indicó el también miembro de la Academia Cubana de la Lengua que el “tabaco conquistó a todos de boca en boca, de olfato a olfato, y quedó impregnado en las mentes. Después se envolvió en grandes marquillas y es donde Cueto entra en esta historia. Él es un hombre de buen gusto, aventuras generosas y disfruta lo bello de la vida, aseveró.
En tanto, Emilio Cueto explicó que su obra nació de una conversación con el Historiador de la Ciudad, Dr. Eusebio Leal Spengler, para honrar a La Habana en su 500 cumpleaños, con imágenes de etiquetas de cajas de tabaco sobre esta capital, pero que tenía la peculiaridad de que ninguna estaba hecha en Cuba.
Manifestó que en su camino por el mundo veía la huella de Cuba y “cada día es más impresionante la impronta de esta pequeña Isla. Uno de esos vestigios está en estas etiquetas”, subrayó.
Agradeció, además, a los diseñadores Yamilet Moya y Frank Cala, así como a Boloña por la publicación de este título, que presenta ante los ojos de los lectores centenares de habilitaciones de tabaco, mayoritariamente impresas en coloridas cromolitografías entre las décadas de 1880 y 1960 en los Estados Unidos y Europa, que vendieron al fumador el sueño de una Habana hermosa, sensual, opulenta y exótica.