Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Para Glauber Ballestero la obra no es un objeto único, sino que está conformada por un conjunto donde el sentido está dado a partir de la relación de cada una de las partes con el público pero, a su vez, por el vínculo de ellas entre sí.
Lo anterior se pone de manifiesto en la exposición Moralia Equalium, que se exhibe en la sala Cernuda del Centro Hispanoamericano de Cultura.
Una nueva realidad aflora en la más reciente experiencia concebida por el artista, que alude a un acontecimiento específico en el contexto de los años 60, un evento atmosférico, una lluvia extraordinaria provocada por detonaciones de bombas nucleares en un supuesto territorio entre las islas de Cuba y de la Juventud…
La muestra, que permanecerá a la vista del público hasta el 25 de enero, presenta también una instalación y 16 fotos a color, e incluye un ambiente propio de la experiencia y una decoración especial que completan la atmósfera fabulada por el creador.
Adentrarse en la obra de Glauber Ballestero (La Habana, 1977), implica dejar a un lado las convenciones de la recepción visual tradicional. El artista promueve representaciones ficticias que pretenden tener visos de realidad, y, al mismo tiempo, lo real ante la vista se diluye en el tejido de la ficción.
El joven creador propone una concepción no tradicional del objeto de arte. En su caso es tan importante el resultado, como el proceso por el cual transita. Para él resulta significativa la historia que acompaña cada pieza y exhibe una forma no acostumbrada de hacer la fotografía.