Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Un mural de azulejos, donado por la República de Turquía a La Habana, puede admirarse hoy en la intersección de las calles San Ignacio y Lamparilla, en el entorno colonial de la capital cubana.
Ejecutada por la Fundación Iznik, la obra es un regalo a la otrora villa de San Cristóbal con motivo de su cumpleaños 500, y refleja la belleza de La Habana y Estambul, dos ciudades bañadas por el mar.
En el estreno del mural, la Embajadora de Turquía en Cuba, Excma. Sra. Berris Ekinci, destacó el empeño del Historiador de la Ciudad, Dr. Eusebio Leal Spengler, “principal inspirador de este proyecto”, que se ha convertido en el más fiel representante del patrimonio habanero.
La diplomática explicó que el distrito de Iznik fue uno de los mayores centros de producción de azulejos en su país, durante la época otomana. Estas piezas sobresalen entre las más importante en las artesanías de la nación turca desde el siglo XV, y están fabricadas por un tipo de vidrio llamado “frito en su masa”.
También en la inauguración del mural, en el entorno más antiguo de la ciudad, intervino la directora de la Empresa de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo, RESTAURA, Tatiana Fernández de los Santos, quien indicó que “es el deseo de muchos iniciar, con este emplazamiento, un punto de partida de nuevos proyectos para las calles de San Ignacio y Lamparilla, lugar de encuentro para todos los amigos que contribuyen a la restauración del Centro Histórico”.