La Vía Láctea en la calle Galiano

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa

Cientos de habaneros y visitantes se dieron cita este miércoles en la céntrica Avenida de Italia, conocida como calle Galiano, en el municipio de Centro Habana.

A la hora del Cañonazo la arteria se iluminó con 16 constelaciones de Planetario, obra del escenógrafo italiano Carmelo Giammello, cedida de manera temporal por la municipalidad de Turín a la urbe caribeña, con motivo de los festejos por los 500 años de La Habana.

Las mallas se extienden por varias cuadras de la popular calzada, iluminadas por esferas que recrean constelaciones de la Vía Láctea. La obra podrá apreciarse cada noche hasta el próximo 16 de noviembre, y se inauguró a pocos días de comenzar  la 22 Semana de la Cultura Italiana en Cuba, y el Festival Avenida Italia que, del 5 al 7 de noviembre, acogerá acciones deportivas, presentaciones cinematográficas, degustación de comida italiana, conciertos del coro Ensemble Vocal Luna y de Carmen Consoli junto a la Camerata Romeu, y espectáculos de La Colmenita.

La calle nació a inicios de la primera mitad del siglo XIX, y adoptó oficialmente el nombre de Avenida de Italia en las primeras décadas del XX.

Esta instalación que ha beneficiado a Galiano, de manera temporal, fue posible gracias a la cooperación de la Agencia para el Intercambio Cultural y Económico (AICEC) entre La Habana y Turín, con el apoyo técnico y la colaboración de la Fundación Turín Museos y la Unión Eléctrica de Cuba.

El medio milenio del asentamiento definitivo de la hoy capital cubana, en noviembre de 1519, ha desatado todo un hervidero constructivo y rehabilitaciones en importantes inmuebles, como el Capitolio Nacional -el más imponente de los edificios habaneros-, la antigua Estación Cristina -en la actualidad, Museo del Ferrocarril de Cuba- y la fortaleza Santo Domingo de Atarés, que, al decir del ingeniero Néstor Sad, es el hijo del Castillo de Montjuïc, en la ciudad española de Barcelona, el cual ha recobrado su espelendor, entre otras decenas de obras.

Ya casi llega noviembre, el mes de mi Habana, de la otrora villa de San Cristóbal fundada al amparo de una ceiba, según cuenta la leyenda. Aplaudamos todos los emprendimientos a favor de la conservación de su patrimonio, pero es preciso que los 500 no sean una meta, si no un estímulo para continuar levantando y manteniendo en pie a esa ciudad, que, aún con edificios agrietados y agujeros en sus calles, encanta y enamora a quienes la visitan.

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