Reeditarán Día de muertos en el Centro Histórico habanero

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa

Las celebraciones por el Día de Muertos, coinciden con el aniversario 31 de la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, institución que cada año levanta un altar similar a los que se realizan en el país azteca.

El retablo de este año estará dedicado a Carlos Monsiváis y Alejo Carpentier y será inaugurado el 1ro de noviembre, a las cinco de la tarde. Monsiváis (Ciudad de México, 1938 – 2010) fue un escritor y periodista, cronista de esa urbe.

Entre sus libros destacan Días de guardar (1971), Amor perdido (1977), Nuevo catecismo para indios remisos (1982), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos (1995), Salvador Novo. Lo marginal en el centro (2000) y Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina (2000).

El Premio Nacional de Periodismo (1977 y 2009), el Premio Mazatlán de Literatura (1989), el Premio Xavier Villaurrutia (1995), el Premio Lya Kostakowsky, el Premio Anagrama de Ensayo (2000) y el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (2006) fueron algunos de los reconocimientos que le concedieron al destacado intelectual.

En tanto, Alejo Carpentier (Lausana, 1904 – París, 1980) fue un gran novelista cubano, descollante figura de la vanguardia estética y el pensamiento cubanos. Cultivó con éxito, además de la narrativa, la crítica periodística cultural y el ensayo.

Carpentier se destacó también como teórico del mundo latinoamericano y caribeño. Musicólogo y gestor de proyectos editoriales, de la plástica y musicales. Es una de las figuras más destacadas de las letras hispanoamericanas por sus obras barrocas El siglo de las luces y El reino de este mundo.

Por su quehacer literario, fue el segundo escritor en recibir el Premio Miguel de Cervantes, otorgado en 1977, y considerado el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos, cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española.

El Día de Muertos es una de las costumbres más simbólicas y antiguas en México, cuyo origen data de los tiempos prehispánicos; con la llegada de los españoles se le incorporaron nuevos símbolos. En ese país se asume a la familia compuesta por los vivos y los muertos, y el 2 de noviembre los difuntos vienen a visitar a sus familiares, quienes les dedican ofrendas que a ellos les gustaban.

Se dice que ya en la era prehispánica se tenía la práctica de conservar los cráneos de los difuntos como trofeos. Estos eran exhibidos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

Hoy día las personas visitan los cementerios para convivir con las almas de sus seres queridos. Se decoran sus lápidas y se cocinan los platos preferidos de los fallecidos.

Con la llegada de los españoles se hizo coincidir la festividad indígena con las católicas Día de los Fieles Difuntos y Día de Todos los Santos, el 1 y 2 de noviembre, respectivamente.

En el altar se exhiben la imagen de un santo, las almas del purgatorio, sal para purificar, pan de muerto -comida tradicional de esta fecha-, alimentos favoritos del fallecido, fotografías y cruz de semillas o frutas. Las flores de cempasúchil son un elemento indispensable en los retablos, al igual que las velas. Tampoco puede faltar un mantel blanco, agua, copal o incienso, calaveritas de azúcar -otro dulce tradicional de la celebración- y papel picado.

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