Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
El 10 de octubre de 1868 cientos de hombres a caballo, guarnecidos con unas pocas armas de fuego y armas blancas, se reunían en los alrededores de Manzanillo (…) esperando las órdenes del Libertador. Ese día se pronunció el grito de “¡Viva Cuba Libre!”, se enarboló la bandera y se juró fidelidad a la misma.
Así expresó el Director de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), Michael González, al pie de la escultura de Carlos Manuel de Céspedes, en la Plaza de Armas, donde se efectuó el acto por los 151 años del inicio de las gestas libertadoras en la Isla.
González afirmó que este diez de octubre “rendimos tributo al hombre y al héroe, es decir, al soldado, al patricio, al incomprendido, al pionero y al albañil de nuestros cimientos independentistas y soberanos en la historia nacional”.
“Estamos, en esencia, dijo, inculcando a las nuevas generaciones en el espíritu liberador de Céspedes, en el orgullo de ser cubanos, en el Céspedes que lleva a la práctica el pensamiento emancipador del padre Félix Varela”.
Más adelante, comentó que en noviembre próximo La Habana llegará a su medio milenio de vida, y en ese sentido mencionó acciones constructivas que acomete la OHCH, entre ellas, las rehabilitaciones del Castillo de Atarés, la antigua Estación de Cristina y el Capitolio Nacional, este último ha recibido la primera restauración capital desde su inauguración, en 1929.
En el acto participaron trabajadores de la OHCH, representantes del Partido y el Gobierno de la capital, miembros de la Academia de Historia, de la Asociación de Combatientes, y niños de escuelas de La Habana Vieja.
Al final de la ceremonia, como ya es costumbre, se realizó una peregrinación hasta la Sala de las Banderas del Museo de la Ciudad, donde se encuentra la enseña enarbolada en La Demajagua, por Céspedes, hace más de siglo y medio.