Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Quien ahora transita por los alrededores del Capitolio Nacional o lo distingue desde lejos, ahora puede apreciar su cúpula totalmente descubierta de lonas, luego de unos seis años de restauración del monumental edificio, hoy sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Antes de que saltara a la vista de todos la simbólica copa, al pie de la escalinata del emblemático inmueble, el Dr. Eusebio Leal Spengler, explicó que “durante mucho tiempo la cúpula recibió un cuidadoso trabajo de restauración, de carácter estructural y restaurativo, en la linterna superior con su aguja y todos los nervios pétreos; también se le implantaron las planchas de cobre, que sustituyen a las dañadas por casi un siglo a la intemperie”. Se trabajo, además, en ellas con las láminas de oro, como fue concebida originalmente y aparece en todas las fotos de aquella época.
Tras comentar a periodistas nacionales y extranjeros que seguramente muchos se han preguntado qué ocurre bajo la tela blanca que cubría al Capitolio, “¿cuál es el misterio de la tela roja?”, el Historiador de la Ciudad de La Habana explicó que esos andamios y lonas, se corresponden con estrictas medidas de seguridad de los trabajos de restauración; protegen a los trabajadores del deslumbramiento de las planchas de metal -de lo contrario los especialistas quedarían ciegos-, y aseguran el clima propicio para las labores.
El Dr. Leal subrayó que esta no era una inauguración, pues se realizará próximamente, “cuando serán honrados quienes han laborado en la cúpula, los arquitectos, ingenieros, y los expertos de la Federación Rusa que trabajaron en un arte que conocen como pocos: el de dorar metales, como lo hacen en las antiguas iglesias y catedrales de toda la Rusia santa”.
Más adelante, señaló que el acto será anunciado de manera oficial y se efectuará con motivo de las fechas patrias de octubre venidero y por los festejos de los 500 años de La Habana, en noviembre. Entonces, dijo, se iluminará la linterna como un centellador: un rayo de luz que, junto al faro del Morro, son un símbolo de La Habana de todos los tiempos.
Finalmente, el intelectual dio las gracias a toda la prensa cubana e internacional, a quienes han visitado el Capitolio Nacional y expresó una gratitud muy sincera al General de Ejército Raúl Castro Ruz, que durante el tiempo de su mandato como presidente tomó todas la determinación para su restauración como Monumento nacional de la República de Cuba.
En 2013 la cúpula del edificio fue cubierta por primera vez para realizarle un diagnóstico estructural. Se demolió totalmente la linterna y reconstruyó como la original, y se efectuó una intervención interior y exterior del domo de hormigón, que constituyó el proceso más complejo por el grado de deterioro de sus 16 pétalos o nervios de piedra. Estos se beneficiaron con un enchapado en pan de oro, a cargo de especialistas rusos.
Se dice que El Capitolio integra la lista de los seis palacios más impresionantes del mundo. Fue construido en 1929, bajo el mando del entonces presidente Gerardo Machado y de su ministro de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes, conocido como El dinámico por la velocidad con que realizó numerosas obras públicas. El Capitolio no fue la excepción: se fabricó en solo 3 años.
Se trata de un excelente ejemplo para identificar técnicas constructivas de principios del siglo XX. Se escogió el código ecléctico porque resumía la estética de la época. En el inmueble predominan tres características esenciales: la escala, representada en su monumentalidad; el espacio, por la ubicación que finalmente tuvo; y la cúpula.
Dentro del eclecticismo del edificio reina el estilo clásico para destacar la seguridad y el equilibrio, primordiales en la función que se le destinó: acoger a la Cámara y al Senado.
Su interior es de los más ricos en la arquitectura cubana, con un ligero aire afrancesado. Algunos de sus mármoles son italianos y las escaleras monumentales, sobre todo la principal que recibe al visitante. El Salón de los Pasos Perdidos está considerado como el lugar de mayor importancia del inmueble. Algunos apuntan que estuvo inspirado en el Palacio de Versalles.
En el Capitolio también destacan sus esculturas. En el exterior: La Virtud Tutelar del Pueblo, representada en lo femenino, y La Actividad Laboral del Hombre, imagen masculina; ambas superan los 6 metros de alto. Sin embargo, la figura que acapara la atención de todos es La República, obra concebida en bronce por el italiano Angelo Zanelli, la cual se trajo por partes a Cuba con excepción del escudo y la lanza, que se trabajaron en La Habana. Con 15 metros de alto y un peso aproximado de 30 toneladas, está reconocida como la tercera bajo techo más alta del mundo.