Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
“Celebremos a Fidel con obras, es la exigencia del día de hoy”, afirmó el Historiador de la Ciudad de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler, en el acto de recordación por el aniversario 93 del natalicio del líder cubano, efectuado en la Plazuela del Convento de Belén, uno de los espacios emblemáticos de La Habana, donde se concretan algunos de sus sueños y enseñanzas.
“¿Cuál es el mejor homenaje para Fidel en este día?”, se preguntó el intelectual, y seguidamente respondió: “Es bonito hacer actos, es bonito compartir ideas, pero lo más importante es hacer obras. Nuestra tarea es que la palabra se convierta en obras para todos los cubanos, en servicio, en política activa, que es con el oído en la calle, con la mano pronta a saludar o abrazar a los más pobres, a los cuales siempre los tendremos con nosotros”.
Ante un numeroso público, integrado fundamentalmente por lugareños y personas que son beneficiadas con la obra social del Convento de Belén, y colaboradores de la Oficina del Historiador de la Ciudad, el Dr. Leal subrayó que “lo real, lo verdadero para nosotros es ser discípulos de una obra que alcanzó una gran trascendencia desde el punto de vista humano e internacional, que no solamente abarcó el aspecto político de la historia contemporánea, sino también los más importantes valores humanos, como la solidaridad; el principio de que no hay nada más importante en un mundo -donde la injusticia prevalece- que el amor a los pobres y la voluntad de trabajar por todos los que sufren y padecen”.
Tras evocar los inicios de la vida de Fidel Castro, su familia, origen, escuelas donde estudió y su ingreso a la Universidad, sostuvo que “su impronta en la historia del mundo es imborrable, al igual que su valor político que nos permite hoy estar aquí reunidos; a pesar de haber sobrevivido a las más terribles acechanzas; fue como inmune a todas ellas (…) Era un hombre, no un Dios, pero un hombre inteligente y, más diría, de una inteligencia superior. Sabía predecir sobre el futuro a partir de su capacidad de estudiar, de leer en ese difícil juego de ajedrez del cual tenía que salir Cuba”.
Como cierre de este emotivo acto, fueron interpretadas piezas significativas de la cultura nacional, algunas alegóricas al ya desaparecido, pero siempre recordado, líder cubano.
La Plazuela de Belén, recién rehabilitada, es epicentro de la obra cultural y social que se desarrolla en La Habana Vieja. Allí se materializa un proyecto comunitario con la intervención del otrora Convento de Belén, que atiende cada día a más de 300 adultos mayores, y posee una Casa Infantil para niños de uno a cinco años de edad, un aula museo, una residencia protegida para ancianos, además de servicios sociales como óptica y fisioterapia, entre otros.
En ese escenario también tienen su sede la compañía Lizt Alfonso Dance Cuba, con la participación de niños y jóvenes en su centro docente; la comunidad de Sant’ Egidio y el Museo Observatorio de Belén, el primer museo meteorológico de Cuba.