Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
A las puertas de los 500 años del nacimiento de La Habana nos convoca el recuento del legado de Alejo Carpentier, quien contribuyó a la construcción del mito de esta ciudad, sostuvo Mario Cremata, director de Ediciones Boloña, en la presentación de la antología Crónicas habaneras, de ese autor, en la xxviii Feria del Libro en la capital cubana.
La crítica de arte, ensayista e intelectual cubana, Graziella Pogolotti, explicó que el volumen es el resultado de un trabajo colectivo por parte de los investigadores de la Fundación Alejo Carpentier. Yo insistí, indicó, en que La Habana es una ciudad mística; también lo son Venecia y París. La clave de La Habana, a mi entender, la dio Carpentier al descubrir lo insólito de esta ciudad, una muestra de lo excepcional, a veces anacrónica y a veces incongruente.
Hay que reconocer en Alejo a un descubridor de La Habana, una ciudad que, como él mismo dice, tiene esos rincones de lo inesperado, esos sitios en los que se unen las expresiones de las distintas creencias que se han mezclado en la Isla, subrayó la también Premio Nacional de Literatura (2005).
El libro contiene imágenes de archivo y actuales de Julio Larramendi, quien se inspiró en las metáforas de Carpentier. En ese sentido, Pogolotti destacó el excelente trabajo de fotografía de Larramendi, al tiempo que agradeció la generosidad de su colaboración y la oportunidad de establecer un diálogo que atraviesa la historia entre las crónicas de Carpentier y La Habana actual.
Adelantó la intelectual que Ediciones Unión publicará, en algún momento, un gigantesco cancionero de La Habana, que desde hace tiempo se está elaborando, el cual recorre una buena etapa, que es de autores y compositores cubanos y de viajeros de otros países, quienes le han dedicado alguna melodía a esta urbe.
Agradeció a Boloña la publicación del volumen, el cuidado que puso en él y la felicitó por el trabajo que ha emprendido para colocar a la cultura en el centro de la celebración por el medio milenio de la ciudad.
La editora Eliana Dávila se refirió al proceso de creación del libro, cuyo equipo de lujo contribuyó a la creación de un hermoso ejemplar. La obra, dijo, reúne estampas del maestro de las artes y las letras que fue Alejo Carpentier, primer latinoamericano en obtener el Premio Cervantes.
A su vez, Julio Larramendi sostuvo que la obra constituyó un enorme reto para él; se trataba de ilustrar crónicas publicadas hace más de 60 años. El texto reúne imágenes rastreadas en archivos; la parte más difícil, explicó, fue adaptar fotografías actuales a esos textos de Carpentier. Para mí constituyó un increíble honor trabajar en este volumen, con la doctora Pogolotti y la Fundación Alejo Carpentier.
A modo de cierre de la presentación de Crónicas habaneras, Abel Prieto, director de la Oficina del Programa Mariano, aseguró que considera que “Boloña, no solo en esta feria, sino también en la pasada –dedicada al Dr. Eusebio Leal Spengler–, ha realizado un verdadero despliegue de elegancia editorial, sus libros son objetos bellos, y este es también un libro hermoso”. Concluyó que Boloña es una muestra de buen gusto y de profundo sentido cultural.
En el prólogo de la obra, diseñada por Claudia Hernández Cabrera, Pogolotti, y Cremata apuntan que en estas crónicas subyace “el ojo crítico de quien no fallará en deslindar lo efímero de lo valedero, lo superfluo de lo imperecedero. Un hombre comprometido con su época, apasionado por su ciudad, un transgresor deslumbrado por el arte legítimo…”.
“Recuerdos de La Habana antigua”, “Divagaciones urbanas”; “La Habana vista por un turista cubano”; “El amor a la ciudad”: “Regla, la ciudad mágica”; “Misa del Gallo en Santa María del Rosario”; “Panorama de la música en Cuba”; “Teatro chino en La Habana”; “Sortilegios de media noche”; “Pregones habaneros”;”Las casas de antaño” y “Un descubrimiento en La Habana Vieja”, son algunas de las crónicas reproducidas en este volumen, puesto a disposición de los lectores en la 28 Feria Internacional del Libro de La Habana.
Hijo de madre rusa y padre francés, Alejo Carpentier (1904-1980) vivió en Cuba desde su infancia. Fue uno de los animadores de la renovación vanguardista en los campos de la música, las artes visuales, la danza y la literatura.
A pesar de haber permanecido durante muchos años en Caracas y París, La Habana fue su ciudad de elección. Entre sus textos pueden mencionarse Viaje a la semilla, El camino de Santiago, El acoso, El siglo de las luces, El recurso del método, Concierto barroco y La consagración de la primavera.