Revive colegio donde estudió José Martí

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa

“Prefiero recordarlo a solas en los largos paseos del colgadizo cuando, callada la casa de la luz de la noche y el ruido de las hojas, fabricaba su verso, o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón y le temblaba la barba”.

Palabras del Apóstol sobre su maestro Rafael María de Mendive

Con el inicio del nuevo curso escolar, abrió sus puertas un inmueble rescatado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), que trae a la memoria de todos los cubanos los años en que el niño – adolescente José Martí se formaba para la vida y conocía a Rafael María de Mendive, su maestro y protector, con quien sostuvo una entrañable relación.

El antiguo colegio de San Pablo, fundado por el poeta y patriota, ha devenido Escuela Primaria Rafael María de Mendive, centro de referencia nacional. Representa, además, uno de los más significativos aportes de la OHCH con motivo de los 500 años del nacimiento de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana.

Colegio San Pablo

En la antigua finca de Prado núm. 88 -hoy Prado núm. 266-, entre Ánimas y Trocadero, Mendive se desempeñó como director de la Escuela Superior para Varones, uno de los colegios de instrucción primaria superior nacido a propuesta del Ayuntamiento de La Habana, en 1865. Y, entre 1867 y 1869, el también graduado de Derecho en la Universidad de La Habana creó, en ese mismo edificio, el Colegio San Pablo.

La Escuela Superior para Varones fue un centro escolar público; en tanto, el Colegio San Pablo, creado por Mendive, tuvo carácter privado. El profesor vivía con su familia en la planta baja, mientras el nivel superior se dedicó a la función de escuela. El colegio tenía alumnos internos y externos; contaba con locales de estudio, los salones para las clases, la biblioteca, un comedor, un área para rezar, y un departamento destinado a estudiantes de mala conducta, entre otros espacios. Como resultado de los tumultuosos sucesos del Teatro Villanueva, Mendive fue encarcelado en el Castillo del Príncipe, y luego desterrado a España. Se trasladó posteriormente a Estados Unidos y volvió a Cuba después del Pacto del Zanjón. El patriota murió el 24 de noviembre de 1886.

En el siglo XIX, Mendive comenzó a aplicar métodos diferentes de educación. Supo apropiarse de una revolución de pensamiento, que el niño aprendiera con la práctica, a pensar y a reflexionar, a criticar y a expresarse. Hasta ese momento ninguna enseñanza la abordaba de esa manera. El San Pablo, que solo funcionó dos cursos, tuvo su Reglamento, concebido por el Maestro, con acápites consagrados a la enseñanza académica, a la moral y a la cívica, que han permitido conocer acerca de la educación y de la vida interna del colegio.

José Martí ingresó en la Escuela Superior para Varones en 1865, a mediados de curso, y conoció a Mendive. Luego, el maestro habló con su familia para inscribirlo en el Instituto de Segunda Enseñanza, en el antiguo Convento de Santo Domingo, y el eminente educador asumió los gastos del entonces adolescente. Cuando el colegio San Pablo abrió sus puertas, en septiembre de 1867, ya Martí aparecía dentro de los alumnos matriculados.

La relación de Martí con Mendive fue excepcional y ocupó un lugar especial en el corazón del Apóstol cubano. Este quedó fascinado con el Maestro, quien, a su vez, se encariñó con Pepe, como comenzó a llamarle. También, su esposa e hijas simpatizaron con aquel muchacho que se destacaba por su elocuencia y sabiduría. Los conceptos fundamentales de la prédica martiana: amor a la libertad, decoro, dignidad, prestigio, justicia, preocupación por los humildes y pureza de pensamiento, fueron virtudes atesoradas por Mendive, que transmitió a su discípulo.

Una escuela de nuevo tipo

“A solicitud del Historiador de la Ciudad de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler, teniendo en cuenta la relevancia histórica del inmueble, nos dimos a la tarea de hacer una evaluación técnica y convocamos al equipo de arqueólogos, para que se enfrascaran en develar los valores que podrían quedar tras las enormes transformaciones realizadas en el edificio. Probablemente las más significativas corresponden a las de los años 50 del siglo XX, tras la compra por la Compañía General Electric”, según nos comentó la Arq. Norma Pérez-Trujillo Tenorio, jefa del Departamento de Rehabilitación y Conservación Patrimonial de la Dirección de Inversiones de la OHCH y su equipo de inversionistas.

La arqueología de la arquitectura develó los grandes arcos ocultos bajo los falsos techos, huellas de valiosas pinturas murales que decoraban sus paredes, molduras, escocias, la magnífica herrería y la impresionante escalera, entre otros elementos que corresponden a la época en que vivió allí Rafael María de Mendive y radicó su colegio San Pablo.

El proyecto estuvo a cargo de la Empresa Restaura y el diseño de interiores de la diseñadora Patricia González Rodríguez y los grupos creativos Restaura Habana, Cabarroca  y Renacer, entre otros restauradores y creadores de la cultura. La intervención del edificio tuvo como ejecutor principal a Puerto Carena, Empresa Constructora de la OHCH. Se convocaron, asimismo, a creadores, artistas, diseñadores gráficos y herreros. Explicó la especialista que “el inmueble recibió una reparación capital, apoyada en investigaciones arqueológicas y se rehabilitó totalmente, sobre todo se ejecutó un importante reforzamiento estructural, de manera especial en los entresuelos, pues se concibió como casa y ha tenido a lo largo de su historia numerosos usos, ajenos al tema doméstico. Todas las puertas y ventanas son nuevas; las barandas exteriores son las originales del edificio, y estas inspiraron a la herrería del interior. Se pretendió devolverle sus valores arquitectónicos y, en la medida de lo posible, el ambiente del siglo XIX en algunos de sus espacios.

La escuela tiene una matrícula de 470 alumnos, con todos los grados desde preescolar hasta 6to. Dispondrá de planta baja; mezzanine o entresuelo; un primer nivel de aulas y un segundo destinado a los estudiantes de último año, donde se conservan vigas de madera y pisos de mosaico originales. Posee un laboratorio de computación, un área deportiva, otra de juegos y un local de instructores de arte para promover el conocimiento de la cultura en todas sus manifestaciones.

El apoyo de la Cooperación Internacional ha favorecido las intenciones de la OHCH de, hacer de esta, una institución escolar de referencia: con el Ayuntamiento de Barcelona se obtuvo la carpintería exterior del inmueble y se habilitó el área deportiva ubicada en la cubierta de la instalación; la ONG Aipc Pandora, con financiamiento de la Embajada de Japón, apoyó la adquisición del mobiliario escolar, y la Fundación Tecnalia, con presupuesto del Gobierno Vasco, permitió aplicar  soluciones de eficiencia energética en algunos espacios del inmueble.

El vestíbulo del edificio no es un museo, pero se pretende que todo niño, padre, maestro o visitante, que llegue a la escuela, sepa a qué centro está entrando. Así, pueden apreciarse obras de artistas cubanos, como la del escultor José Villa Soberón, quien modeló al Martí de la época, que convivió junto a su maestro Mendive. En los ventanales que coronan el patio, el pintor Ernesto Rancaño realizó una reinterpretación de los vitrales con materiales contemporáneos, en colores, con alegorías a Martí, los niños, la Patria, que, a su vez, favorece la entrada del aire. Se aspira a que, con un lenguaje que llegue a los niños, se trasmita el espíritu del colegio de Rafael María de Mendive. Será, a su vez, un centro de referencia nacional, de nuevo tipo, porque también el del Maestro lo fue en su época.
Para este trabajo agradecemos la colaboración de Yamina Daumy, historiadora del grupo de Arqueología de la Constructora Puerto Carena de la OHCH

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