Este jueves 5 de julio, a las dos de la tarde, quedará inaugurada la muestra colectiva El mito como pretexto, en el Centro Hispanoamericano de Cultura.
Hablar de mitos es siempre un asunto delicado. Supuestamente remiten a los orígenes del mundo, la humanidad y las prácticas sociales; supuestamente nos hablan de un tiempo anterior a nosotros, que fundamenta el hoy; supuestamente condensan la estructura circular del tiempo que hemos aprendido a despreciar. ¿Cuál es el lugar del mito en nuestras sociedades seculares? ¿Ha desaparecido junto con los fundamentos de la vida? ¿Queda algo de los mitos antiguos en nuestros dispositivos culturales, o se han retirado a las sombras que intentan conjurar?
La presente exposición se plantea tales interrogantes. Trata de darles respuesta, al asumir como punto de partida el que los mitos, más que contenidos, expresan las estructuras de nuestras realidades: son la realidad misma, son los textos que nos narran al tiempo que somos capaces de relatarlos.
Los mitos se presentan como ideología, como discursos concretos; esto es, constructos sígnicos que releen los textos y prácticas que nos originan; son el espacio donde aflora nuestro ser en el mundo. Los mitos no se resuelven en cuanto a la dicotomía verdad-mentira, porque signos al fin, son la mentira de nuestra verdad y la verdad de nuestras farsas: nuestras mentiras más eficientes. Tampoco se dirimen en el eje religiosidad-ateísmo, porque en el fondo, lo que el espectador verá en las salas serán solo fetiches que probablemente nos revelen la falacia de nuestra moderna incredulidad y la potencia de nuestros síntomas de fe secular.