Por Estrella Díaz. Periodista y realizadora audiovisual
Si Eduardo Guerra te comenta: “Mejor no te digo nada”, simplemente, no le creas e inclínate a pensar que es otro de los ardides de este destacadísimo grabador y pintor, quien con esta exposición da una nueva y apretada vuelta a su tuerca creativa y pondera –si falta hiciera– que a partir de un aparente juego lúdico es posible tratar los más diversos, polémicos y controvertidos temas.
Aunque Guerra es un grabador nato –filiación muy difícil de desprenderse o quebrar– con esta muestra se desdobla en un dibujante de fina línea, de excelente factura, de una limpieza que raya entre lo pulcro y lo prístino, pero sobre todo de un impresionante nivel de síntesis que obliga al espectador a captar, de una sola y primera mirada, lo que se plantea; y es que cada una de las piezas que conforman la exposición nos narra una historia distinta y son como puestas en escena de un teatro muy bien concebido, con principio, desarrollo y fin (con clímax y anticlímax, con puntos de giro), pero también con una dramaturgia interna que estremece y comunica.
Relaciones de subordinación o sometimientos, aparentes equilibrios entre el poder y la razón, marchas –que más bien son comparsas con traspiés– y que sugieren un paso hacia un sentido y una dirección contraria. También, el tirano y poderoso “caballero don dinero” cuyos códigos de barra implican no solo precios sino valores, son señales que nos envía Guerra para aparentemente no decir nada, pero sugerir mucho.
Estos dibujos son esencia pura y experiencias vivenciales con las que tropezamos o coexistimos los cubanos de esta Isla que, como Eduardo, sentimos la necesidad de expresar, señalar o criticar con transparencia y libertad los contextos en que nos movemos hoy.
Del barroquismo que caracterizó una parte importante de su obra –en la que no había un mínimo espacio en blanco– no queda huella. Pero, igual que Eduardo Guerra, “Mejor no te digo nada” y tú, lúcido espectador, detente ante cada uno de estos dibujos y trata de hacerlos tuyos, de construir o reconstruir tu propia historia, de identificarte o verte reflejados en ellos porque el tema central, el hilo conductor depende, exclusivamente, de ti.