Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
El aniversario 144 de la desaparición física de Carlos Manuel de Céspedes, el 27 de febrero de 1874, fue recordado en una emotiva ceremonia efectuada en la fundacional Plaza de Armas, al pie del monumento del prócer independentista, donde se colocó una ofrenda floral a nombre de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).
El Dr. en Gestión del Patrimonio, Michael González, señaló que la Dirección de Patrimonio de la OHCH tiene un compromiso doble con la figura del también conocido como Padre de la Patria, “tanto por las piezas y los objetos del universo cespediano que mantenemos en el Museo de la Ciudad, como por la tradición de la Oficina de recordar cada Diez de Octubre, en este escenario, el inicio de las guerras libertadoras, en 1868”.
González reconoció en Céspedes a una importante figura de las gestas independentistas cubanas, cuyas proyecciones políticas son estudiadas aún en la actualidad. Fue un gran entendedor de la realidad del siglo XIX cubano y uno de los ideólogos de la Revolución, indicó.
Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo (1818 – 1874) fue un abogado de la ciudad de Bayamo, actual provincia de Granma, en el Oriente de la Isla, que sacrificó sus bienes en pos de la independencia e impulsó medidas trascendentales. El dominio que tenía de varios idiomas le permitió estudiar la historia y las instituciones políticas de varios países.
En octubre de 1868 se levantó en armas contra el dominio español, en su ingenio La Demajagua, liberó a sus esclavos y suscribió la Declaración de Independencia, con lo que se inició la Guerra de los Diez Años. Enarboló otra versión de la bandera, confeccionada con los mismos colores, y diez días después la hizo ondear en la toma de Bayamo.
El 20 de octubre ocupó militarmente a Bayamo, declarada capital provisional y sede del Gobierno de la Revolución. Allí fundó el periódico El Cubano Libre. En abril de 1869 la Asamblea de Guáimaro lo designó Presidente de la República en Armas.
El 29 de mayo de 1870 su hijo Oscar fue apresado por los españoles y fusilado, al negarse Céspedes a negociar sobre la base de su capitulación, hecho que demostró su firmeza revolucionaria.
La Cámara de Representantes depuso al Padre de la Patria de su cargo de Presidente de la República el 27 de octubre de 1873, acuerdo que él acató con disciplina. Estableció su residencia en San Lorenzo, en la Sierra Maestra, donde cayó en desigual combate contra los españoles, el 27 de febrero de 1874.