Tomado del sitio web Habana Radio
Por Thays Roque Arce
Fotos: Néstor Martí
Este sábado la Calle de Madera de la Plaza de Armas recibió nuevamente el eco de la literatura, que habitualmente se extiende por el lugar. El espacio habitual “Encuentro con…”, que conduce la periodista Magda Resik Aguirre, se trasladó a este punto de la ciudad para recibir, en su ambiente natural, al Doctor Eusebio Leal Spengler, a quien está dedicada este Vigésimo Séptima Edición de la Feria Internacional del Libro.
“La Calle de Madera como punto de partida y de regreso de la vida de Eusebio Leal”, resaltó Resik al iniciar el diálogo. Es este punto a la sombra del Museo de la Ciudad desde donde se extendió el proceso de restauración de La Habana Vieja; desde donde Emilio Roig de Leuchsenring fundó y dirigió la Oficina del Historiador; donde se reconoció a la urbe, en 1982, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO; y donde 50 años atrás comenzó el largo y feliz camino de aquel joven entusiasta de la Historia y la Filosofía.
Esa magia de la Plaza de Armas no es fortuita. Leal recordó los años en que el Instituto Cubano del Libro ocupaba los espacios del Palacio del Segundo Cabo, hoy Centro de Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa. Desde entonces, el fragmento de adoquines de madera es sede de presentaciones y encuentros literarios, conciertos y gratas coincidencias.
En sus palabras, el Historiador de la Ciudad de La Habana recordó la innegable labor de su antecesor, el Doctor Roig de Leuchsenring, como fundador y promotor en la socialización de la cultura y el conocimiento a través de publicaciones. Y precisamente, al tiempo que sesionaba el “Encuentro con…”, ediciones Boloña presentaba en su sede de la Fortaleza de la Cabaña los tres primeros tomos de Cuadernos de Historia Habanera, reedición de la compilación original de setenta y cinco volúmenes agrupados por Roig, y en los que se abordan temas relacionados con la historia patria, personalidades e instituciones prominentes de la cultura y la política cubana.
“Fundar bibliotecas ha sido parte de nuestro menester”, reconoció Leal, en tanto enumeraba cada una de las que existen en el Centro Histórico. La primera de ellas, la Francisco González del Valle, Biblioteca Histórica y Americana de la OHCH creada por Roig a partir de las donaciones de ilustres intelectuales del siglo XX cubano, como Raimundo Cabrera, Francisco de Paula Coronado, entre otros. La biblioteca mexicana de la Casa de México; la de la Unión Latina, hoy en la Sociedad Dante Alighieri; la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, entre otras.
El Historiador aprovechó la oportunidad para llamar al rescate del hogar del Padre de la Bibliografía Cubana, Antonio Bachiller y Morales: “Sueño que allí tengamos una hermosa biblioteca”, confesó. Pues son los libros “el mejor regalo que podemos hacer a un joven, a un niño (…) La cultura es la única fuerza salvadora. Uno puede prescindir de todo menos del conocimiento. Así lo dijo Fidel en una frase muchas veces modificada: «Los hombres deben ser de ciencia y de pensamiento»”.
Leal llamó a alcanzar una cultura humanística y enciclopédica: “La cultura es todo y la identidad es múltiple. Nosotros somos el fruto del encuentro de civilizaciones y culturas. (…) Yo no hablo de futuro, solo de que uno recoge lo que siembra. La crianza de la sociedad es un dolor permanente y al tiempo es un deber de cada generación política, cultural, de cada identidad nacional. Debemos tener una vocación internacionalista. Amar a todos, porque hemos recibido de ellos nuestro legado cultural”.
“Eso sí –aclara– si me piden un vaticinio del futuro, puedo decir que «tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud»”.
Al encuentro, que se extendió por cerca de una hora, asistió un público comprometido con la obra del Historiador de la Ciudad. A ellos se fue sumando, poco a poco, un auditorio prendido por la oratoria y los conocimientos que comparte el también Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas.
Su interlocutora, Magda Resik, aprovechó la oportunidad de conversar sobre esa visión que se tiene de Eusebio Leal como un mito, una leyenda, una construcción colectiva detrás de la cual hay un personaje real y auténtico.
“Cuba es un país de grandes olvidos, sin embargo, no he trabajado para el bronce, ni para la perpetuidad. El personaje es verdad, entre otras cosas se construyó alrededor de la vestimenta, el gris de las ropas”, explicó el también Director de la Red de Oficinas del Historiador y Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba.
“Cuando comenzó la restauración del Museo de la Ciudad apenas había trabajadores entregados, humildes, pero de mucha sabiduría y conocimiento. Con el tiempo, empezaron a llegar presos de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña para apoyar en las obras. Comencé a vestirme como ellos, de este color, a trabajar con ellos (…) Luego vino el trabajo en las cárceles, llevándoles la historia y el patrimonio. La satisfacción de que a partir de abril de 1976 pudimos emprender la restauración de la fortaleza, siete años dedicados a ello hasta que disparamos el cañón, el ‘caudillo’”.
Resik recordó que el próximo año La Habana arriba a los 500 años. Una pregunta se imponía: “Queremos que sea una Habana diferente, pero ¿cómo sueña esa Habana? ¿Qué nos pide a los habaneros y habaneras en esa relación que debemos tener con la ciudad?”.
“Me duele la ciudad con ese velo decadente que la hace encantadora para muchos. Se han ganado muchas cosas y otras se han perdido. La ciudad tiene que ser un empeño de todos, no solo de las autoridades. Hay que usar todos los medios para que la batalla se dé en distintos lugares, en pequeñas y grandes cosas, en pequeñas y grandes batallas”.
Leal Spengler mencionó en su conversación las trabas que se deben vencer constantemente cuando se quiere soñar, crear. La batalla que se libró para traer la réplica de la estatua de José Martí que se encuentra en el Parque Central de Nueva York, épica ensombrecida por nimiedades que no tuvieron en consideración el extenuante y prologado proceso de aunar y colectar el precio de ese sueño. Pero la estatua ya está donde le corresponde.
Se libra actualmente la batalla en el Capitolio, símbolo de la nación pese a todo desvarío del tiempo; en la edificación de nuevas escuelas; en la habilitación y remozamiento de jardines; en la Quinta de los Molinos, pulmón verde de la capital. Pero “cada uno debe librar su batalla. Tiene que hacer crecer la ciudad pública y la de todos (…) Debemos velar también por la ciudad de los muertos. Allí también está la historia”, señaló el intelectual cubano.
“La Feria del Libro del 500 aniversario, el Festival de Ballet, el Festival de Cine, todo debe volcarse a ese aniversario. Esa va a ser la gran batalla que libraremos en los años por venir”, convocó Leal.
“Hoy estamos ante el culto no sólo de lo monumental, sino también de lo inmaterial. No se puede escribir la historia del mundo, la historia de Europa, sin hablar de Cuba y de su capital, más allá de todos los localismos. Somos cubanos, no solo habaneros, pero si se pierde La Habana se pierde todo. Casi al final de su intervención, el Doctor Eusebio Leal Spengler recordó que “la restauración ha permitido que este lugar donde estamos, que a nadie interesaba, sea reconocido por todos, primero por los cubanos y luego por los visitantes del mundo (…) Levantémonos y hagamos lo que tengamos que hacer”, incitó