Una vez más, como ocurre desde 1968, la Oficina del Historiador de La Habana rinde homenaje al Padre de la Patria y primer Presidente de la República de Cuba en Armas, Carlos Manuel de Céspedes.
En la mañana de este sábado 9 de octubre se realizó en la Plaza de Armas el tradicional acto conmemorativo para rememorar aquel 10 de octubre de 1868, cuando Céspedes otorgó la libertad a sus esclavos y se dio el grito de “Independencia o Muerte”. Al pie de la estatua del Padre de la Patria y Primer Presidente de la República de Cuba en Armas, rodeada de ofrendas florales, se reunieron el Gral. Div. Antonio Enrique Lussón Batlle, Vicepresidente del Consejo de Ministros, el Gral. Div. José Antonio Carrillo Gómez, presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, junto a otros dirigentes, miembros de la Academia de Historia de Cuba, distinguidas personalidades, trabajadores de la Oficina del Historiador de La Habana y pioneros.
La Banda del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, amenizó la ceremonia. Los acordes iniciales rememoraron la versión original de “La Bayamesa”, compuesta por Perucho Figueredo, seguida por el Himno de Bayamo que en la actualidad conocemos y la ¨Elegía a Antonio Maceo¨, de Juan Almeida Bosque.
El Dr. Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, quien tuvo a su cargo las palabras centrales del acto, rememoró las condiciones que sufría Cuba en aquella época colonial, a través de un fragmento del manifiesto leído por Céspedes, rodeado de un puñado de hombres y esclavos ¨Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que eche mano a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio¨
En varios momentos de su intervención Leal recordó certeros pensamientos de José Martí sobre la continuidad de las experiencias adquiridas durante la Guerra de los Diez años, en el movimiento libertador que explotaría nuevamente en el 95. ¨ Aquella década magnifica llena de épicos arranques y necesarios extravíos renace con sus héroes, con sus hombres desnudos, con sus mujeres admirables, con sus astutos campesinos, con sus sendas secretas, con sus expedicionarios valerosos. Ya las armas están probadas, y lo inútil se deshecha, lo aprovechable se utiliza, ya no se empleará el tiempo en ensayar, se empleará en vencer ¨
Asimismo se refirió a los fatídicos acontecimientos que llevaron a la deposición de Céspedes, a la dualidad de criterios e intereses y a los errores cometidos en la organización de la guerra ¨ la unidad del mando era la salvación de la revolución, la diversidad de jefes en vez de acelerar entorpecía los movimientos, él tenía un fin rápido, único, la Cámara tenía otro, lo que será el país después de la independencia, los dos tenían razón, pero en el momento de la lucha la Cámara la tenía segundamente.¨
El Historiador de la Ciudad también emitió valoraciones sobre aquella etapa que bien deben ser tomadas en cuenta en la actualidad, y que se advienen a cada proceso revolucionario: ¨ El espíritu de los revolucionarios no puede naufragar en las aguas muertas de la burocracia, el freno nefasto al movimiento enérgico y liberador que permite a todo proceso observar una dialéctica original, escuchar y tomar ejemplo de otras experiencias pero asumir la singularidad de la propia. Era necesario el 10 de octubre del 68 como lo fue el 24 de febrero del 95 y el 1ro. de enero del 59, la visión de la Revolución como una sola ¨… ¨ Así lo vio Céspedes, en la madures de su pensamiento y en su alocución memorable al ser proclamado Presidente de la República en Armas, el 11 de abril de 1869, dijo entonces, como un compromiso ante su propia conciencia juró: Cubanos, con vuestro heroísmo cuento para consumar la independencia, vuestra virtud para consolidar la República, contad vosotros con mi abnegación.¨
Al finalizar el acto, Leal guió a los asistentes en una visita a la Sala de las Banderas del Museo de la Ciudad, sitio que atesora los símbolos de las luchas por la independencia.