Exponen muestra en Museo de Arte Sacro

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa

Como parte de las actividades del Festival de Contratenores del Mundo, organizado por la Oficina Leo Brouwer, se exhibe la muestra Acerca de la eternidad, el infinito y todo lo demás, en el Museo de Arte Sacro Basílica Menor y Convento de San Francisco de Asís.

 La exposición incluye fotografía y grabados abstractos de unos 40 artistas, entre los que se encuentran Ángel Ramírez, Rubén Rodríguez, Diana Balboa, Eduardo Roca (Choco), Nelson Domínguez, Janette Brossard, Norberto Marrero, Leonor Menes, Anyelmaidelin Calzadilla, Alejandro Saínz, Lesbia Vent Dumois, Alejandro García, Rigoberto Mena, Dagoberto Jacquinet, Raul Cañibano, Roberto Abascal y Arien Chang, entre otros.

 La muestra se inspira en la pieza La espiral eterna, del maestro Leo Brouwer y el ensayo La espiral infinita, de Noel Nápoles.

 La Basílica Menor de San Francisco Asís funciona como sala de conciertos y museo donde se exhibe una colección de pintura religiosa. En los espacios de esta prestigiosa sala se muestran imágenes, fundamentalmente del siglo XVIII, junto a otras piezas de carácter religioso, entre ellas las zapatillas y la capa pluvial que pertenecieron al primer Obispo Auxiliar de Cuba, Dionisio Rezino y Ormachea, bordados en México a fines del siglo XVII en seda, hilos de oro y piedras preciosas.

Se exponen, asimismo, importantes piezas de marfil de los siglos XVIII y XIX, una colección de hallazgos arqueológicos, buena parte procedentes de las excavaciones realizadas en el propio convento a principios de la década de los 90 de la pasada centuria y una vasta representación del mobiliario religioso de los siglos XVIII y XIX distribuida en sus galerías y salas, así como objetos de carácter religioso realizados en plata, muchos de los cuales tienen una historia muy ligada a la vida de la iglesia y del antiguo convento.

También forma parte de la muestra permanente del museo una urna donde se conservan algunos restos (fragmentos de textil, restos óseos y metal) hallados en el sepulcro de Hernán Cortés, descubierto por Manuel Moreno Fraginals en México en 1946, los cuales fueron donados a Cuba por su hija Beatriz Moreno.

 

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