Tomado del sitio web Bohemia
Por Tania Chappi
Fotos: Cortesía de la Vitrina de Valonia
Propuestas veraniegas continúan empeño por difundir y fortalecer una manifestación artística que merece aún mayor reconocimiento e impulso
Evento Cubanima, donde se desarrollaron talleres de animación y de juguetes ópticos.
Desde afuera parece una construcción más de las tantas restauradas en el Centro Histórico habanero por la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH). Sin embargo, puertas adentro el vetusto edificio –situado en San Ignacio 356 entre Muralla y Teniente Rey– acoge un tesoro singular: una biblioteca única en el país, especializada en la historieta, y en la cultura belga.
Si bien el centro permanece abierto todo el año, incluida su muestra permanente dedicada a obras de artistas de Cuba y Bélgica, durante el verano adquiere mayor movimiento. Así, fue una de las sedes de Cubanima (fiesta del cine de animación), celebrada a finales de julio, entre cuyas actividades descollaron clases impartidas por profesores foráneos, quienes enseñaron a crear dibujos animados y juguetes ópticos.
También, como parte del programa cultural Rutas y Andares, de la OHCH, ofreció un taller sobre realización de historietas experimentales y exhibió la serie Las ciudades oscuras, concebida por el guionista francés Benoît Peeters y el dibujante belga François Schuiten. A ello se suma el ciclo de conferencias Cine-cómic, y la exposición transitoria Historias de locomotoras, con fotografías del ingeniero mecánico suizo Peter Hubler, e ilustraciones a cargo de realizadores cubanos.
Rebasando expectativas
En breve habrá concluido la etapa vacacional, pero no la labor de formación y perfeccionamiento profesional que ha emprendido la Vitrina y le ha granjeado éxitos en la Isla y allende sus mares. Sobre ellos, y las virtudes de un arte todavía no apreciado en todo su valor, comenta a BOHEMIA el guionista y dibujante belga Etienne Schréder, quien desde 2012 y hasta 2015 dirigió aquí el Laboratorio de Producción de Historietas y nos visitó nuevamente este año:
Etienne Schréder afirma que la mejor forma de respetar al lector es ofrecerle obras de alta calidad.
“La lectura de ese tipo de relatos expande la imaginación. Es un arte popular y en ese ámbito quizás la forma de expresión más completa, pues constituye un mosaico que todo el tiempo pide préstamos a otras manifestaciones artísticas: a la literatura, la gráfica, el cine, el teatro. Se trata de un género híbrido en el cual ocurre una retroalimentación, recibe aportes y a su vez los entrega. Y se puede desarrollar con más fuerza en las sociedades multiculturales, como son las de América Latina.
“No porque sea considerado menor, debe estar mal hecho. Con ese principio exigimos calidad a quienes matricularon en el Laboratorio, un proyecto de cooperación entre Valonia, Bruselas Internacional y la Oficina del Historiador. Mi objetivo es enseñar tal y como yo aprendí; o sea, de modo profesional y con gran exigencia. Llegaron dibujantes de varias editoriales cubanas y pudimos laborar seriamente. Muy rápido su trabajo evolucionó”.
Maestro y discípulos se apartaron de la práctica tradicional en Cuba y desarrollaron sobre todo temáticas para adultos. “No debemos olvidar que los niños y adolescentes crecen y buscan otras lecturas; aunque sigan gustando de la historieta, no van a leer una y otra vez las mismas. Esa necesidad hizo que a nivel internacional surgieran las destinadas a un público de mayor edad. En Europa sucedió a partir de los años 50”, prosiguió el experto.
¿Quedó satisfecho con el resultado en la Isla?, pregunté.
“Mucho. Con pocos recursos logramos múltiples cosas. Aunque no nos lo propusimos de antemano, un libro fue incluido en la selección oficial del Festival Internacional de Historietas de Argelia. Y se tradujo al francés, es decir, hay lectores interesados en Europa. Además, un editor seleccionó a dos autores para publicar, de manera independiente, sus obras en Francia”.
Veinticuatro personajes, algunos muy conocidos por los niños y jóvenes de la mayor de las Antillas, integran la exposición permanente.
En meses pasados el volumen Habana, conformado por lo mejor de los dos compendios nacidos en el Laboratorio –Crónicas urbanas ySoñar La Habana–, se presentó en el Centro Belga de la Historieta, en Bruselas, junto con los dibujos originales. Más de 16 mil personas visitaron la muestra.
Schréder concuerda con las aspiraciones de numerosos creadores cubanos, en cuanto a que este renacer o consolidación no solo implique lauros foráneos, sino el surgimiento en Cuba de una ansiada editorial, exclusivamente para el género. El futuro podría ser promisorio, existen grandes potencialidades y una tradición que viene desde hace más de un siglo. Los nuevos autores están listos.
Detalles:
A inicios de año, Schréder hizo su primera exposición personal en la Vitrina de Valonia; también participó en la Merienda de Locos, espacio habitual en la Feria del Libro de La Habana, para reflexionar sobre la literatura infantil y juvenil; y en el coloquio Contar con Arte, auspiciado por el Círculo de Humoristas Gráficos e Historietistas de la Unión de Periodistas de Cuba y las editoriales Pablo de la Torriente, Gente Nueva y Abril.