Por Deivy Colina, especialista de la Casa Víctor Hugo
La Casa Víctor Hugo recibió el período vacacional con una variada programación en el marco de Rutas y Andares, para descubrir en familia. Taller para niños, andares virtuales y recorridos forman parte de las propuestas, pero, sin dudas, el Andar por la Calle Teniente Rey, conocido como el Sendero de la Francofonía fue uno de los más agradecidos y visitados por el público. Celebrado el día 13 de julio con una gran participación, los especialistas de la Casa; Lisa del Prado y Deivy Colina, de conjunto con dos estudiantes de Historia del Arte, de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de la Habana, Nayr López y Amanda Ramos, ofrecieron una serie de informaciones que sitúan a la calle como el espacio de la ciudad con mayor presencia francesa, belga y suiza en su desarrollo histórico.
El recorrido se inició al costado del Convento de San Francisco de Asís, en la calle Oficios y desde allí se explicó la influencia francesa desde el siglo XVIII, con la presencia de los borbones en el trono de España. Ello trajo consigo que la Habana se convirtiera en centro importante para el comercio francés y punto de escala para la flota que operaba en el mar de las Antillas. Otro aspecto importante fue la Revolución de Haití y los emigrados que llegaron hasta la Habana y la presencia de profesionales foráneos en el primer cuarto del siglo XIX en diversos ámbitos del desarrollo de la ciudad, fundamentalmente en el urbanismo.
Los participantes conocieron sobre la introducción de mejoras en el alumbramiento de la ciudad y la relación de este avance en el siglo XVIII con los inventos del farmacéutico Quinquet, la historia el café y su presencia en Cuba hecha por los franceses, y la llegada a la isla de tres príncipes franceses que se alojaron en la Casa del Conde de Jaruco, a un costado de la Plaza Vieja, lugar donde mejor se aprecia el asentamiento de suizos con tres giros marítimos en la misma.
La calle Teniente Rey destacó por el surgimiento de un grupo importante de talabarterías dedicadas al trabajo con los cueros y las pieles, entre ellas, La Roch, La Fama, El Estribo, la cuales fueron propiedad de franceses durante todo la etapa colonial. Las relojerías también estuvieron de moda, estableciéndose en el tramo entre San Ignacio y Cuba un negocio de Dubois e hijo, que luego pasaría a manos de su esposa. En el mismo se comercializaban relojes ginebrinos, referenciados por Cirilo Villaverde en Cecilia Valdés o La loma del Ángel.
La artes plásticas tuvieron una representación significativa en esta calle. Se estableció en la penúltima casa de la izquierda entre Cuba y Aguiar en 1827 un taller de litografía, del cual salieron parte de las imágenes incluidas en el Álbum Isla de Cuba Pintoresca, de la inspiración de Federico Mialhe, quien estaba asociado a los propietarios de este taller, provenientes de Francia.
Al llegar a la esquina de Habana, los participantes conocieron la historia del nombre de la calle. De acuerdo a José M. de la Torre en su histórico libro de La Habana “Lo Que Fuimos Y Lo Que Somos o La Habana Antigua y Moderna” publicado en 1857:
Del Teniente Rey. -No porque viviese algún teniente-rey en ella, sino porque en la esquina a la calle de la Habana vivía el teniente de gobernador habanero llamado don Félix del Rey, y así se dijo calle del teniente-Rey, por el apellido de dicho señor. Se llamaba antes del Basurero, de Santa Teresa y de San Salvador de Horta, nombre que ha quedado a la cuadra entre la plaza Vieja y San Francisco, por la capilla que había en la portería de San Francisco, dedicada al Señor milagroso.
El recorrido concluyó en la Plaza del Cristo del Buen Viaje, lugar donde estuvo ubicada en 1950 la sede del Banco Franco-Cubano, el edificio Conill, poseedor de 65 acciones del Banco Nacional de Cuba. La dirección de dicha sede estuvo a cargo de tres franceses, en los cargos de presidente, gerente general y subgerente.
Las calles siguientes forman igualmente parte de la historia de la presencia francófona en Cuba. Es el caso de la esquina de Monserrate, donde aún se conserva una parte de la muralla construida para la defensa de la ciudad y en cuya construcción se reconoce la participación de arquitectos e ingenieros franceses. Luego la Zuluetas es un referente obligatorio a la hora de narrar la historia del transporte automotor. En ella estuvo el primer garage en el ramo entre Animas y Virtudes, propiedad de los hermanos Honorato y Dámaso Lainé. Fueron ellos los que organizaron la primera carrera de autos en 1903 y fue ganada por el segundo hermano en un darraq francés.
La calle Teniente Rey finaliza frente al Capitolio, obra emblemática de la arquitectura cubana del período neocolonial. Para la construcción del mismo fue designada una comisión en la que participaron miembros del equipo francés que se encontraba trabajando en un Plan Director para su reordenamiento urbano, que se encontraba dirigido por el urbanista y paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier, y quienes se incorporaron también a los estudios del proyecto. Amenazada estuvo la calle Teniente Rey con una demolición total, pero como señala la historiadora Raida Mara Suárez en su libro “La Habana, ciudad viva”: un kilometro de edificios de viviendas, almacenes, tiendas e instalaciones de servicio y administrativas pudo impedirlo.
Actualmente la calle Teniente Rey está viviendo un proceso de renovación y circulación de personas. El espacio se ha abierto a nuevas formas económicas, con una presencia significativa en el ámbito de la gastronomía y los servicios. Se extrañan aquellas edificaciones coloniales, pero la modernidad ha llegado para transformarlo todo, y la calle no escapa a ese influjo. Solo nos queda la historia, esa que construimos todos los hombres y llega hoy para descubrir el sendero de la francofonía.