Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Diez años han transcurrido desde que en febrero de 2006 abriera sus puertas el proyecto cultural Vitrina de Valonia, en una antigua edificación de finales del siglo XVIII y principios del XIX, que perteneció a los condes de Cañongo.
Incorporado a las instituciones de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, este centro cultural tiene la misión de promover la cultura belga, especialmente la Valona, y estrechar los lazos de hermandad y cooperación existentes entre Valonia y Cuba.
El programa sociocultural de la institución incluye conferencias y seminarios sobre la cultura belga y valona, intercambios entre historietistas belgas y cubanos, exposiciones transitorias, talleres de historietas, lectura, teatro y danza para niños y jóvenes; concursos de dibujo, narraciones y juegos didácticos; proyección de filmes, presentaciones de libros y atención a visitas dirigidas.
La edificación cuenta con la única biblioteca de la mayor de las Antillas especializada en el tema de la historieta, por lo cual resulta de obligada referencia para estudiosos, artistas e interesados.
Ha contribuido, a su vez, a dinamizar la visión, un tanto anquilosada que lamentablemente aún tienen muchos sobre el cómic, mediante la vinculación del noveno arte con otras ramas artísticas.
Se distingue el taller para adolescentes Escribir con imágenes, dibujar con palabras: La Habana en historietas, que coordina e imparte Lysbeth Daumont, bibliotecaria de la institución y en el que participan destacados historietistas de la Revista Pionero, de la Casa Editora Abril de la Unión de Jóvenes Comunistas.
La Vitrina de Valonia acoge muy especialmente la celebración de la Semana de la Francofonía y la Semana de la Cultura Belga en La Habana, al tiempo que desarrolla diversas investigaciones sobre la presencia belga en Cuba, y acerca de la cubana en Bélgica.
Con una arquitectura neoclásica pionera, el palacio se distingue por ser una de las mayores casas señoriales de la ciudad, aunque con el transcurso de los años sufrió numerosas modificaciones: la herrería se sustituyó por madera, los pisos se cubrieron de mármol y se le añadieron cielos rasos a los techos; en 1912 se modernizó la fachada, se construyó una tercera planta y los techos de tejas fueron sustituidos por los de azotea. En la segunda mitad del siglo XX la majestuosa mansión se convirtió en casa de vecindad.
En octubre de 2002 la Oficina del Historiador en estrecha colaboración con la región de Valonia, Bélgica, rehabilitó el inmueble en el marco del Programa de Desarrollo Humano Local (PDHL). El proyecto incluyó como uno de sus objetivos, la creación de una casa-museo y una vitrina expositiva alegórica a la cultura de esa región belga: La Vitrina de Valonia.