Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
El próximo miércoles 27 de enero, a las nueve de la mañana, se le rendirá tributo de recordación al coronel del Ejército Libertador de Occidente, Néstor Aranguren Martínez, en el portal del Palacio del Segundo Cabo, en el entorno colonial de La Habana.
En esa misma fecha, pero de 1898 el Palacio del Segundo Cabo fue escenario de un acontecimiento abominable. El cadáver del patriota habanero se expuso a la vista pública y se repudió, como acto ejemplarizante para quienes desafiaran el poder de la metrópoli.
Aranguren (1876 –1898), murió en batalla, luego de una delación y emboscada a su campamento, en la finca La Pita, cercana al poblado de Campo Florido, ciudad de La Habana. El joven desató la furia del ejército español por fusilar, previo consejo de guerra, al Tte. Coronel del Ejército Español, Joaquín Ruíz, quien le había hecho una propuesta de paz a cambio de una alta suma de dinero.
Néstor Aranguren, un habanero ejemplar y muy activo, con solo 14 años de edad trabajó en las obras de construcción del Acueducto de Albear, una de las maravillas de la ingeniería cubana, donde llegó a desempeñarse como capataz. Después se incorporó al batallón de voluntarios del cuerpo de bomberos de La Habana; asistió al famoso incendio de la ferretería Isasi (Mercaderes esquina a Lamparilla). También fue activista de la Acera del Louvre y se integró a la escolta de Antonio Maceo, durante su visita a La Habana en 1890.
Como muestra de gratitud y respeto al patriota, el 27 de enero de 1930 el Senado de la República de Cuba, para entonces instalado en el propio Palacio del Segundo Cabo, colocó una placa de bronce en la fachada del inmueble para conmemorar el lamentable acontecimiento. Tras la restauración de este se ha retomado la tradición de rendir homenaje a Néstor Aranguren el día de su muerte, en los portales de la institución patrimonial.