Tomado del sitio web OnCuba
Por: Néstor Rey Jiménez
En nuestro país, se celebraba además con la salida simbólica del Cabildo de La Habana, una tradición que proviene de la época colonial, cuando la autoridad española y esclavista permitía a los hombres y mujeres provenientes de África ese día como descanso y jolgorio. Era el momento de expresar públicamente sus tradiciones procesadas en la sincretización y transculturación que explicó Don Fernando Ortiz en su obra etnográfica.
Tras el desfile por una parte de la ciudad de las autoridades administrativas, los negros esclavos y criollos iban recorriendo también las plazas y calles al ritmo de sus tambores.
El etnólogo y poeta Miguel Barnet lo describe de este modo: “Reyes con coronas de lata y reinas bajo un quitasol de factura doméstica, acompañados de cantos y coros antifonales, exhibían en la ciudad su linaje jerárquico en competencia desigual con el de la sociedad blanca y esclavista que sólo veía en esas manifestaciones signos regresivos de una teatralidad desconcertante.”
El tiempo fue consolidando esta costumbre. Y hoy, al mismo ritmo de aquellos tambores, el pueblo cubano del siglo XXI homenajea esa parte de la historia y mantiene la tradición por las ahora turísticas callejuelas del casco histórico de La Habana Vieja.