Por Isachi Fernández
La Oficina del Historiador de La Habana reeditó frente al Hotel Inglaterra, en la antigua Acera del Louvre, su tradición más antigua: el acto de recordación a los ocho estudiantes cubanos de Medicina fusilados por las fuerzas coloniales españolas tras la falsa acusación de haber profanado la tumba de un periodista peninsular, Gonzalo Castañón.
El Dr. Félix Julio Alfonso, vicedecano docente del Colegio San Gerónimo de La Habana, rememoró los hechos ocurridos en 1871, el atropello a los jóvenes en medio de las tensiones sociales que vivía Cuba, y subrayó las fuerzas oscuras que se impusieron en ese alarde del poderío español.
El catedrático recalcó cómo se demostró luego la inocencia de los jóvenes a través del hijo del propio Castañón, y ensalzó la postura de dos españoles que pasaron a la historia por su valentía y apego a la justicia: el oficial Federico Capdevila, quien defendió a los estudiantes y se negó a firmar la sentencia, y el militar y político canario Nicolás Estévanez, quien en un gesto de indignación quebró su espada y solicitó su baja en el Ejército.
Alfonso recordó asimismo a un grupo de miembros de la secta abakuá, que trataron de impedir el crimen y dio fe de cómo fueron “cazados” en las calles habaneras.
Participaron en el acto, que comenzó y terminó con la actuación de la Banda Nacional de Concierto, un grupo de trabajadores de la Oficina del Historiador de La Habana, junto a miembros de la Asociación Canaria de Cuba y a decenas de estudiantes cubanos de Medicina.
Similares homenajes se realizan anualmente desde 1937 por iniciativa de Emilio Roig de Leuchsenring, primer Historiador de la Habana, tradición que fue asumida después por su sucesor, Eusebio Leal Spengler.