Por: Susana García Pino
Una pared de ladrillos, una maqueta, un banco realizado en sillas plásticas y un sofá, son algunos de los objetos que reciben al espectador cuando ingresa a la galería Factoría Habana que el pasado 13 de octubre inauguró su más reciente muestra Signos. Arte, Industria y Viceversa. La misma, curada por Concha Fontenla y Tonel, reúne a una veintena de artistas nacionales y extranjeros que han trabajado el diseño, la industria y el arte como forma básica de comunicación.
Muebles, vasijas, lámparas y telas inundan el espacio, invitando a un acercamiento de las diversas manifestaciones artísticas y a sus protagonistas. Un recorrido entre la silla de Roberto Matta y Gonzalo Córdoba, hasta proyectos como EMPROVA, Telarte, Arte en el Muro, Arte en la Carretera y Arte en la Fábrica que tuvieron el apoyo institucional en las décadas de los 70 y 80; hasta videos realizados por el ICAIC, están presentes en cada rincón, mostrando una etapa en la que se hicieron objetos y construcciones hermosas.
Otra parte importante de la exhibición son las series fotográficas, ejemplo de Leandro Feal con su series Almost blue y Work in progress. Aquí el artista muestra diferentes facetas de edificios de micro brigadas construidos en la Unión Soviética en la misma etapa que Manuel Piña nos muestra el referente cubano con su serie De-construcciones y utopías. Para hablar de los interiores de estas casas están las series de Mario García Joya (Mayito) con sus Interiores de Caibarién y Juan Carlos Alom con Playa La Máquina. Aquí, aunque alejados en el tiempo, los artistas penetran los santuarios personales de las personas, al mostrar sus partes más vulnerables y sensibles.
Leyden Rodríguez deconstruye una casa cubana y nos la presenta a través de ventanas inexistentes, cristales, libreros y estructuras. Ernesto Oroza recupera piezas de repuesto de diversos equipos que entraron a Cuba en la década de los 80´s como lavadoras, ventiladores, batidoras y cafeteras, elementos que se hacen industrialmente a poca escala para solucionar problema de abastecimiento.
Pero sin duda la planta que más conmocionó a los espectadores fue la dedicada a TELARTE. Entre camisas, telas y videos los asistentes de mayor edad contaban anécdotas de los diversos modos en que usaban las telas y los más jóvenes escuchaban y observaban anonadados ante la experiencia.
Signos. Arte, industria y vicerversa, se convirtió en una experiencia sensorial para los presentes, arrancando una que otra sonrisa y buenos recuerdos. De esta forma están invitados a visitar el espacio hasta la primera quincena de enero del 2016.