Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
El Día de la Resistencia de los Pueblos Originarios de América, en reivindicación de las luchas frente a la violencia de los colonizadores españoles, fue evocado este 12 de octubre en el parque Rumiñahui, ubicado en la esquina de Mercaderes y Lamparilla, en el Centro Histórico de La Habana, donde se erige una magnífica escultura en bronce de ese héroe ecuatoriano, esculpida por Oswaldo Guayasamín, el Pintor de Iberoamérica.
En el emotivo acto intervinieron jóvenes ecuatorianas, quienes recordaron a sus ancestros, enaltecieron la resistencia indígena, la lucha de los pueblos originarios y la rica herencia cultural legada a las actuales generaciones, así como se refirieron a las múltiples etnias que aún abundan en la geografía de su nación.
Posteriormente, en la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez se inauguraron dos exposiciones -Gubias y rodillos y Tiempos indígenas, de la selva a la montaña-, futo de proyectos de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.
Gubias y rodillos alude a un lenguaje indígena que “por medio de la fuerza del color reivindica una identidad objetivizada a través de diversos íconos: los templos coloniales de la mixteca alta (Oaxaca), la pintura rupestre de la sierra, la fauna silvestre de la selva,…”. Es resultado del quehacer de jóvenes miztecas, de diversas etnias, que en pocas semanas desarrollan destreza en la técnica del grabado y en el lenguaje del arte.
Se trata de una colección que nos somete a valores de la plástica, como la sensibilidad y la intuición, la espontaneidad y la frescura, la belleza de lo simple y de lo natural, que a su vez incorpora en su discurso valores antropológicos, pero también deviene ejercicio didáctico que establece los lazos comunitarios y la visión de la riqueza patrimonial mexicana.
Tiempos indígenas, de Andrés Moctezuma Barragán, más que una selección de fotografías que en lo individual citan el hábitat de los pueblos indígenas, representa una composición, una trama, una secuencia que se refiere al “tiempo” como espacio primigenio de la cosmovisión de los pueblos indígenas.
El discurso visual que se propone el profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana de México supone un ciclo de vida, que comienza con el alumbramiento y prosigue con las diferentes etapas de la vida humana (la niñez, la juventud, la vejez hasta llegar a la muerte).