Tomado del sitio web Habana Radio
Por: Ofelia Sandar Valles
Fotos tomadas de Cubasí
Muchos pudieran ser los calificativos para referirnos al concierto que ofrecieron los encumbrados pianistas Lang Lang y Chucho Valdés, este viernes, en la Catedral pero solo utilizaré uno: espectacular.
La emblemática Plaza abarrotada de público se vistió de gala como para homenajear a La Habana en su camino a los 500 años de fundada. Aproximadamente a las 10 y 10 de la noche bajo ininterrumpidos aplausos de los asistentes – ansiosos porque comenzara la velada –, se escuchaban los primeros acordes de la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la batuta de la directora norteamericana Marin Alsop, de la “Obertura Cubana” de George Gershwin.
Luego, con la entrada de Lang Lang al escenario interpretaron el Concierto Nro. 1 para Piano, Op. 23 Primer movimiento, donde el tecladista hizo galas de su virtuosismo, ratificando lo afirmado por Valdés recientemente: “Lang Lang no tiene mano izquierda; tiene dos derechas”, y así fue: lució todo el tiempo su particular manera de tocar el instrumento.
Es increíble la empatía alcanzada entre ambos músicos. Lo expresivo de Lang y la sutileza de Chucho logró entre ambos un evidente diálogo en piezas como “Y la negra bailaba” y “Gitanerías”, de Ernesto Lecuona, y en “Tres lindas cubanas”, de Antonio María Romeu. Los que alcanzamos ver todo el tiempo a Lang Lang tocar el piano disfrutamos junto a él cada una de las piezas que ejecutó para convertir en una fiesta el recital.
“Victory Stride”, del estadounidense James Price Johnson, uno de los creadores del estilo stride de jazz, provocó bienestar en el público por la limpieza y calidad a la hora de interpretarla.
Pero lo que sin dudas arrancó ininterrumpidos aplausos y vítores fue una obra fuera de programa: “El cumbanchero”, del puertorriqueño Rafael Hernández Marín. Pareciera que Lang Lang inyectó sangre latina en sus venas para impregnarle sabrosura e integrarse a la ejecución de la obra como solo saben hacerlo los grandes.
No faltó el toque de cumpleaños feliz para celebrar los aniversarios de los nacimientos de Chucho y su padre. Valdés aseguró que, sin proponérselo, fue pura casualidad: este concierto se convirtió en el mejor regalo que ha recibido en los últimos 20 años.
Momentos antes de iniciarse el acontecimiento llegaron los reconocimientos: el director de la Orquesta Sinfónica Nacional, Enrique Pérez Mesa, entregó a los tres artistas la Medalla Conmemorativa por los 50 años de la agrupación.
Asimismo, los distinguidos músicos recibieron obsequios del Centro Nacional de Música de Concierto y el Instituto Cubano de la Música y obras de importantes artistas de la plástica cubana.
El productor y promotor cultural Ronald Erick Latzky, de Nueva York, agradeció a todos los que tuvieron que ver con cada detalle de la presentación, e hizo votos para que todos juntos puedan recorrer el futuro de la música en Cuba.
En el concierto, que se extendió hasta los primeros minutos del sábado, estaba presente Ronald Loesby, presidente en las Américas de la empresa fabricante de pianos más famosa del mundo, Steinway and Sons, quien obsequió al Instituto Cubano de la Música, en la persona de Orlando Vistel, su presidente, el piano utilizado por Lang Lang.