Tomado del sitio web Habana Radio
Por Ana Lidia García Hernández.
En horas de la tarde de este 20 de septiembre, Su Santidad visitó La Habana Vieja donde miles de cubanos, creyentes y no creyentes, lo esperaban para saludarlo, para recibir su bendición y escuchar sus palabras. Como estaba previsto en el programa pastoral, llegó hasta la Catedral de La Habana donde fue recibido por miembros de la comunidad de Santo Egido, de este municipio cubano.
Foto: Alexis Rodríguez
Una vez dentro de la otrora iglesia de los jesuitas, el Sucesor de Pedro presidió la celebración de las Vísperas con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas. En este emblemático lugar para la Compañía de Jesús, conversó sobre la pobreza, esa “que siempre tratamos de escamotear en nuestro corazón”. Recordó a San Ignacio para quien la pobreza “era el muro y la madre de la vida consagrada; era la madre porque engendraba más confianza en Dios y el muro porque la protegía de toda mundanidad”.
El Sumo Pontífice alertó a sus hermanos sobre la necesidad de apartarse de la riqueza y declaró además: “Nuestra Santa Madre Iglesia es pobre, Dios la quiere pobre, como quiso pobre a nuestra Santa Madre María. Amen la pobreza como a la madre y simplemente les sugiero que se pregunten cómo está su espíritu de pobreza, cómo está su despojo interior. Creo que puede hacer bien a nuestra vida consagrada y presbiteral; después de todo no nos olvidemos que es la primera de las bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos»”.
A propósito de esta idea se refirió a los tantos religiosos que “queman su vida acariciando a quienes el mundo descarta y desprecia, a quienes el mundo prefiere que no estén”. Más adelante se dirigió a los sacerdotes: “Por favor no se cansen de perdonar, como lo hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces. No le tengan miedo a la misericordia, dejad que fluya por sus manos”.
Al término de su intercambio con los religiosos y religiosas, el Obispo de Roma se dirigió al Centro Cultural Félix Varela, antes Seminario de San Carlos y San Ambrosio. En la explanada exterior de esta institución, se agrupaban miles de cubanos, jóvenes en su gran mayoría. El cielo nublado, la pertinaz llovizna no impidieron que el auditorio esperara al Papa Francisco, quien decidió también mojar su rostro con la lluvia cubana.
Su primera frase a los presentes fue: “Las personas tenemos dos ojos, uno de carne y otro de vidrio. Con el de carne vemos lo que miramos, con el ojo de vidrio, vemos lo que soñamos. En la objetividad de la vida tiene que entrar la capacidad de soñar y un joven que no es capaz de soñar está clausurado en sí mismo”.
Asimismo, los invitó a abrirse a cosas grandes. Haciendo uso de una frase que se utiliza en Argentina, dijo: “No te arrugues, abríte y soñá. Soñá que el mundo con vos puede ser distinto. Soñá que si vos ponés lo mejor de vos, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto”.
Foto: Alexis Rodríguez
Sobre la aceptación de las diferencias, comentó la importancia de fijarnos en lo que tenemos en común y no en lo que nos separa. “Tenemos que tener la capacidad de hablar con el otro, de trabajar juntos. Un país, una familia, el mundo, se destruyen por la enemistad y la enemistad más grande del mundo es la guerra, porque somos incapaces de sentarnos a conversar, a dialogar”, sentenció.
En los jóvenes como pilares de la esperanza, hizo especial énfasis Su Santidad. “¿Vos sos capaz de sacrificarte por un futuro o solamente quieres vivir en el presente y que se arreglen los que vengan? La esperanza es fecunda, da vida. ¿Vos sos capaz de dar vida o vas a ser un chico o chica espiritualmente estéril, sin capacidad de crear patria, amistad social, grandeza?”, interpeló a quienes allí se dieron cita.
Finalmente, los incitó a recorrer el camino de la esperanza acompañados. En este minuto citó un proverbio africano que reza así: “Si querés llegar rápido, andá solo; si querés llegar lejos, andá acompañado”. A los jóvenes cubanos los estimuló a aceptar sus diferencias, “a ir juntos buscando la esperanza, el futuro, la nobleza y la dulce esperanza de la Patria a la que tenemos que llegar”.