Bajo el sugerente y abarcador título “La cerámica: entre lo decorativo y lo contemporáneo” se concibió el Andar por el Arte Contemporáneo, por una de las manifestaciones más privilegiadas en el Centro Histórico de La Habana Vieja. Se trata, justamente, de la cerámica cubana que en modalidades como vasijas, murales, esculturas e instalaciones cualifican tanto el espacio público como los interiores de diferentes instituciones culturales, hoteleras y religiosas.
El recorrido comenzó en el Castillo de la Real Fuerza, primera sede del Museo de la Cerámica. En los fosos de esta reconocida fortaleza se encuentra la instalación Entre cielo y tierra (2007) de Amelia Carballo, conocida popularmente como Los carapachos porque representa a este quelonio. Seguidamente, se pudo apreciar el integrador trabajo desempeñado por Carlos Alberto Rodríguez para la decoración del Hotel Ambos Mundos. Macetas, ceniceros, porrones y botellas embellecen tanto los exteriores como el interior del inmueble. En el lobby se encuentran dos reconocidas esculturas identificadas como Nacimiento (2005) y Angelitos viajeros (2006). El recurrente ícono del huevo y los ángeles humanizados se advierten en estas piezas.
Transitando por la calle Mercaderes se encuentra el mural Urbana (2003) de Ángel Norniella, emplazado en el parque Simón Bolívar, para el cual el ceramista empleó los huacales como protagonistas de la composición. Por su parte, en el lateral del Hogar Materno “Leonor Pérez”, está situado el mural de Isabel Gimeno titulado Alegoría a la maternidad (1997), cuyo tema central es el embarazo. Las imágenes recuerdan la visualidad de los dibujos infantiles, lo cual quizás se deba a la experiencia de la artista como dibujante e ilustradora.
En el parque Lady Diana y el patio interior de la galería Carmen Montilla se pudieron apreciar importantes obras de Alfredo Sosabravo. En Columna (1997), monumento escultórico en homenaje a la princesa de Gales, se interrelacionan elementos mecánicos –formas geométricas diversas- propias del proceder del autor. Por su parte, el mural América (1992) se concibió a partir del ensamblaje de pequeñas piezas y representa la diversidad de la flora y la fauna tropical características del continente latinoamericano.
En el jardín Madre Teresa de Calcuta están ubicadas propuestas como Paradoja II Tiempo (1994) y dos piezas de la serie “Orgánica” (2000) de Amelia Carballo. La primera es una instalación que representa sus usuales aves-formas, conocidas popularmente como codornices. En estas coloridas creaciones subyacen importantes inquietudes humanas pues se erigen como metáfora del individuo. También está ubicada en este espacio La mesa del silencio de Carlos Alberto Rodríguez que aborda la incomunicación desde el núcleo familiar, un asunto de vital trascendencia en el contexto cubano y universal. En la parte posterior se hallan algunos murales de tema religioso de Isavel Gimeno que emplean la iconografía bizantina.
A pocos minutos de concluir el itinerario resultó fundamental visitar la planta baja del Museo Nacional de la Cerámica que ocupa actualmente la Casa Aguilera. La exposición personal “La confabulación de la sed” del artista Pedro Cantero Rodríguez permitió –amén de la contemporaneidad de algunos de sus recipientes- volver a los orígenes de una disciplina iniciada gracias a los esfuerzos de los hacedores y decoradores de vasijas. Se pudo observar también el proyecto para embellecer el patio central con macetas realizadas por los artistas del gremio; quedando abierta la invitación para acceder al perfil permanente de la colección que se despliega cronológicamente.
En el punto de encuentro final se sumó la experiencia práctica dada la colaboración de la creadora Amelia Carballo, quien en su taller Terracota 4 mostró a los participantes sus habilidades en el torno alfarero. Mientras la artista generaba diferentes formas con la arcilla, Ángel Norniella, también importante ceramista de este movimiento compartió sus saberes sobre los aspectos técnicos y conceptuales de la disciplina.
En sentido general, acercarse a lenguajes y problemáticas diversas en consonancia con el proceder artístico de estos tiempos, así como al quehacer que puede considerarse dentro de la línea más tradicional, constituyó este andar por la cerámica que esperamos haya ampliado el conocimiento de los participantes en torno a las artes visuales cubanas.