Por Isachi Fernández
Como si fueran pocos los atractivos de la Quinta de los Molinos, este año se le sumarán los generados por un mariposario, cuya inauguración oficial está prevista para este sábado, y por un puñado de polímitas que se reprodujeron profusamente en el sitio.
No es casual, entonces, que sea precisamente una visita al mariposario, enclavado en ese gran centro para la educación medioambiental, el gran premio del proyecto Rutas y Andares para Descubrir en Familia, concebido y generado por la Oficina del Historiador de La Habana.
Los especialistas de la Quinta de los Molinos, además, prevén incorporar a partir de septiembre sendos talleres, centrados respectivamente en las mariposas y en las polímitas, a la labor educativa que se realiza en el centro, abierto solo parcialmente a raíz de la restauración a que es sometido.
A propósito de la novedad, reproducimos un diálogo con Roberto Rodríguez, especialista principal de ese proyecto:
¿Qué es un mariposario?
Es un lugar con las condiciones de humedad, temperatura y vegetación adecuada para que vivan las mariposas. Es necesario un cuarto de cría para las larvas, las cuales son alimentadas con las plantas hospederas y cuando se forman las crisálidas, estas se llevan hacia el mariposario.
La función es educativa. Los niños a través de los talleres conocerán el ciclo de vida de las mariposas, participarán en la alimentación de las larvas, en la recolección, y a veces, liberarán mariposas al medio ambiente.
¿Cómo es visualmente un mariposario?
Es como un invernadero, cerrado con una malla para evitar que entren organismos indeseables para la cría de mariposas, como lagartijas, arañas, aves… Se trata de una malla antiáfidos, una barrera contra la entrada de plagas que atacan a las plantas.
Dentro, hay un jardín que tiene plantas de néctar, de donde se alimenta el adulto, la mariposa; y las hospederas, dónde las mariposas ponen sus huevecillos. ¿Qué pasa? Cada especie de mariposa generalmente tiene una planta específica para poner sus huevos, eso le garantiza la supervivencia a sus larvas porque las plantas pueden tener alguna toxina o alguna sustancia repelente. Por eso hay que seleccionar la planta hospedera adecuada, de lo contrario esa mariposa no va a poner sus huevos y no se va a reproducir.
¿Cuántas especies habrá?
Es el primer mariposario en Cuba y estamos dando los primeros pasos. Hoy tenemos seis especies volando, pero está prevista su ampliación.
¿Cuáles han sido los referentes para el trabajo?
Se aunaron esfuerzos de la Facultad de Biología, de la Universidad de La Habana; de la Sociedad Civil Patrimonio, Comunidad y Medio Ambiente; y de la Quinta de los Molinos. Partimos de los conocimientos de los especialistas de la Facultad de Biología, de la literatura que hemos consultado…
El mariposario se asocia a otro proyecto ¿cuál es?
A través del Parque Nacional Alejandro de Humboldt se nos dio la posibilidad de traer un grupo de polímitas, por supuesto, bajo la tutela de malacólogos de mucho prestigio en el país, y de insertarlas dentro del mariposario. Las polímitas son moluscos endémicos de Cuba, de la región oriental, se encuentran en grave peligro de extinción y pocas personas han tenido la suerte de verlas vivas.
Condicionamos entonces unas vitrinas con hojas, con la humedad adecuada, y a partir de ahí se nos aparearon algunos ejemplares. La experiencia ha sido un éxito total, nunca pensamos tener en tan poco tiempo la cría con que contamos ahora porque la población que se trajo, se triplicó. Es un atractivo para quienes visitan la Quinta, pero también es un espacio para la investigación. El día que nacieron las polímitas muchos estudiantes de Biología nos visitaron porque ni siquiera los profesores habían visto un espectáculo semejante.