Como muestra colateral de la Duodécima Bienal de La Habana, que hasta el 22 de junio colma la capital de propuestas artísticas desde la temática Entre la idea y la experiencia, quedó inaugurada esta mañana en el Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana ”La confabulación de la sed”, exposición personal del artista de la plástica Pedro Cantero. A continuación transcribimos las palabras al catálogo de la muestra, a cargo del ensayista, crítico y curador Alejandro G. Alonso, director del Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana
Por Alejandro Alonso
Pedro Cantero ha unido estrechamente su carrera profesional al desarrollo del Museo Nacional de la Cerámica Artística Cubana, donde ha expuesto con frecuencia y evidente calidad a lo largo del tiempo. Así las cosas, decir que participa ampliamente de los principios que rigen esta institución, en cuanto a puntos de vista creativo resulta prácticamente obvio.
Interés por la cerámica como hecho artístico sin olvidar –cuando menos- algún rastro de la función cuasi utilitaria de esta disciplina, ha sido preocupación constante del quehacer de Cantero, pero siempre buscando trascender el lugar común, el mero ejercicio mecánico, para operar a un plano que cae de lleno en el terreno de la proeza estética. Más allá de que el producto acabado temáticamente corresponda a la categoría del contenedor, la carga emocional que por vía del extenso uso de los esmaltes, la omnipresencia de texturas y la incorporación de elementos volumétricos añadidos, dotan al objeto de un rango superior de interés, en cuanto a especial atractivo, para el que contempla. Si se trata de algo utilitario o de un artículo destinado al mero disfrute contemplativo no ha servido nunca de guía o brújula para el artista, pues con parecido ahínco e interés se afana en la consecución de sus objetivos de modo tal, que resulta imposible trazar una frontera tácita entre ambos aspectos de la labor, ya que todo forma parte de un lenguaje que le es propio y original
De tal modo, el hecho de que exista una necesidad física que debe ser satisfecha, la urgencia física, es el mero pretexto para iniciar el largo proceso que da paso a la metáfora concretada en las formas. Hablamos, pues, de un ramificado camino que se nutre de múltiples recursos –incluida aquí la fragmentación- a través de los cuales el autor obtiene despliegues de alguna manera inusitados para realizaciones cerámicas. Estamos, entonces frente a un conjunto de trabajos que, a un tiempo, dan continuidad a la sostenida labor del artista para, sin renunciar a su acostumbrada coherencia, abrir vías a la imaginación.