Tomado del sitio web Habana Radio
Por Euda Luisa Toural
“Hay una diferencia cuando estás bailando con la música que amas, cuando hay un encuentro entre la música y el bailarín que se fusionan en uno. Esas son las experiencias por las cuales vivimos.”
Alicia Alonso
El Día Internacional de la Danza fue establecido por la Unesco en 1982, atendiendo a una iniciativa del Comité Internacional de Danza, perteneciente al Instituto Internacional de Teatro. Para celebrar la danza, se eligió el 29 de abril, por ser el natalicio de Jean-Georges Noverre, innovador y estudioso de este arte, maestro y creador del ballet moderno.
Cada año el mes de la primavera se erige en Cuba como un monumento a este medio de expresión, donde el cuerpo humano resulta el principal protagonista. Varios eventos confluyen en este, el mes de la danza, que concluye con la celebración internacional del arte escénico.
El Encuentro Internacional de Academias para la enseñanza del ballet, el Festival Internacional de Danza en paisajes urbanos, Habana Vieja: ciudad en movimiento, son dos de los eventos que celebran la ocasión; de manera colateral, transcurren en la capital: el Festival Internacional de Videodanza DVDanza Habana Movimiento y Ciudad, y Tránsitos Habana, Jornada de Intercambio Cultural con Artistas Escandinavos.
Para completar el panorama danzario de abril en Cuba, llega el Festival La Huella de España para colocar la danza nuevamente en el centro del horizonte cultural.
Estas festividades concluyen con la entrega del Premio Nacional de Danza, instaurado por el Ministerio de Cultura de la Isla para homenajear en su día a quienes han elegido la danza como medio de expresión, convirtiéndose en ejemplos de tenacidad y salvaguardia creadora.
Como un modesto homenaje, Habana Radio reproduce algunas de las fotografías de Alexis Rodríguez García que se encuentran expuestas hasta finales de mayo, en la Casa Museo Benito Juárez de la Oficina del Historiador de La Habana, y celebran el Día Internacional de la Danza partiendo de la figura de la Prima Ballerina Assoluta del Ballet Nacional de Cuba, la eterna y emblemática Alicia Alonso.
Palabras de Eusebio Leal Spengler para el catálogo de la exposición “El espíritu de la Danza”, del fotógrafo Alexis Rodríguez
La memoria viva de la danza
A Alicia Alonso debemos los cubanos la memoria viva de la danza, y la belleza de su creación ha estado permanentemente asistida por la tenacidad y la fortaleza de espíritu con que ha hecho prevalecer tan excelsa obra por sobre los avatares del tiempo y los de su propio destino, jalonado por una capacidad de ir tras la gloria y el honor de Cuba a los rincones más remotos del planeta.
Desde el Oriente, Europa y las Américas, su nombre está unido al de las grandes figuras, que inspiradas en idénticos propósitos, marcaron hitos en la historia del ballet clásico. Pero tales empeños no son nunca solitarios. A Fernando debe el Ballet el haber puesto sus manos en la piedra fundacional y ser como ella símbolo y paradigma de una institución cubana universalmente reconocida.
Ahora, Alexis Rodríguez nos muestra en esta exposición el alma de las cosas y deja a la posteridad lo que él ha podido captar, y que sobresale por sobre los matices y perfiles que han quedado en el papel impreso. El artista, más que el cronista, hace su propia interpretación que nos la regala y ha de quedar prendida más en el alma que en la retina. Se descubre tras el misterio de la hermosura y el ejercicio continuo del movimiento, la vocación que florece paradójicamente donde menos imaginamos. He ahí el sentido de la muestra: sobrevuela sobre ella el misterio de una espiritualidad encarnada en la danza cubana y todas sus escuelas. Sea, pues, tributo ante la Maestra y motivo de gratitud para los alumnos y alumnas que, tras su huella, alcanzan ya un lugar cimero y privilegiado.
Nosotros los espectadores de El espíritu de la danza nos llevamos resuelto el enigma entre la creación y la vida, teniendo la fortuna de percibir de todos los directores y fundadores la coincidencia en que, donde comienza el camino, las siluetas evocadas en mis primeras líneas presiden un elenco por el cual no pocas coronas de laurel han sido colocadas a los pies de Cuba, madre amantísima.
Eusebio Leal Spengler