Siga la(s) línea(s) occidentales

Tomado del sitio web Caiman Barbudo

Por: Antonio Enrique González Rojas

Rainmaker página 5. Este sábado comenzó por la zona extremo-occidental el travelling a fondo que se ha propuesto hacer la Vitrina de Valonia por el paisaje gráfico del Noveno Arte en la Isla, casi literalmente del “Cabo de San Antonio  hasta la Punta de Maisí”, para establecer una suerte de cartografía de la historieta cubana actual. Zona creativa que aún no supera la hecatombe que al inicio de los 90 dio al traste con las principales plataformas y circuitos editoriales ya consolidados y maduros con los cuales contaba.

Por el puro y duro placer de expresarse a través de las viñetas secuenciadas, dibujan y discursan los jóvenes autores de Pinar del Río y Matanzas, confluyentes en la muestra D´Líneas Occidentales. Por una parte, lo emergente e incipiente caracteriza en sentido general el conjunto de las obras de unos creadores inmersos en el pleno hervor de la búsqueda, de la metabolización de influencias, de su mímesis y apropiación, que resultarán en prontas —unos más que otros— consolidaciones de estéticas y discursos.

Mas, por otra parte, la fuerza, la pujanza y la intensidad, o sea, la “bomba” cubana, late a toda potencia en los obrares de los pinareños reunidos bajo la divisa del grupo Gato Negro: Yoandry Coro (Autoestima), Junior Ramírez (El mundo de Yoe, con guión de Elier y Pedro Luis), Martha María Rivera (Tatuaje) y Elier Martínez           (The Beauty Factory); y los matanceros David Velázquez (Hijos de Ocón, con guión de Raúl Piad), Pedro Luis Pomares (Historias de Jazz, con guión de Jean Pierre Monet), Javier Diez (Mission Complete), Reynier Bermúdez (Por primera vez), Asiel (Rainmaker, con guión de Jean Pierre Monet; Sapomax y Ranacuajo, con guión de Raúl Piad y Reynier Bermúdez).

Signa también estas líneas occidentales la evidente diversidad visual, que pendula desde el minimalismo estético y narrativo de los breves avatares del infante Yoe y la concisa historia de amor y muerte que urde Martha María Rivera con su Tatuaje; hasta el orgánico abigarramiento, de fuerte y segura línea, de Asiel, quien a su vez se mueve con igual  éxito entre el sardónico y caricaturesco humor de Sapomax… y el expresionista Rainmaker, que luce un maduro sentido de la composición y el color. Su siniestra visualidad remite a las estilizaciones físicas de autores foráneos como Peter Chung (Aeon Flux). Alberto  Breccia (Mort Cinder, El Eternauta) y Frank Miller (Sin City, 300) parecen ser, a su vez, los fundamentos estéticos del muy logrado Por primera vez y de la historia de jazz de Pomares, estructurados desde el alto contraste, la reversión cromática, la sustracción, el vacío y la síntesis.

La empiria y la formación académicas en las artes plásticas parecen también flanquear y definir de significativa manera los segmentos pinareño y matancero de la muestra de marras. En sus respectivas sendas creativas, remontan las llanezas de la línea y el boceto, casi abocados al trazo (conscientemente) básico de Marjane Satrapi (Persépolis) o el casi omnipresente trazo y códigos manga, con el juguetón aire underground de piezas como The Beauty…; o las complejidades compositivas, de sino realista y soluciones cuasi pictóricas (Matanzas), con       preeminencia de los temas “serios” o de carga irónica, como los antiheroicos Sapomax y Ranacuajo.

Por evidentes cuestiones de espacio y montaje, D´Líneas Occidentales es apenas un vistazo —eso sí, muy necesario y pertinente— que devela las verdaderas y constantes eclosiones creativas que desde diferentes zonas del país prefiguran los nuevos estratos de la historieta cubana…

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