La videodanza: un espacio oscuro aún para el gran público

Por Isachi Fernández

No se trata de una coreografía filmada, ni de perpetuar el minuto o el gesto irrepetible del bailarín, la videodanza asume los recursos de las manifestaciones que la nombran y los encauza en una dirección, con un fin expresivo.

Para el gran público en Cuba aún esto puede ser oscuro, inquietante, ajeno, de ahí la pertinencia de un festival que insiste en esta manifestación híbrida, no solo para degustarla y divulgar sus mejores obras, sino también para generar espacios de reflexión, nichos que privilegian el intercambio cercano con los creadores.

El X Festival Internacional de Videodanza DV Danza Habana Movimiento y Ciudad irrumpirá en la capital cubana desde el próximo día 13, a propósito de lo cual esta reportera dialogó con uno de sus directores, el crítico de arte Andrés Abreu, quien ha dicho: “La danza aprovechó rápidamente esta copulación con el video para mudarse fácilmente a otras esceno-geografías como los espacios no accesibles al público o terrenos virtuales, una de las rupturas más importantes logradas por esta unión la constituyó el abandono que realizó la cámara de su posición de espectadora-registradora (generalmente pasiva y panorámica) del espectáculo danzario (…)”.

¿Qué valor le concedes a esta celebración?

En Iberoamérica este es uno de los pocos festivales estables de videodanza, una manifestación que por ser híbrida es más experimental y requiere de más promoción, de más proyección.

¿Qué antecedentes se registran?

El festival más antiguo en América Latina es el de Buenos Aires, también hay otros en Brasil, Uruguay… En Cuba este fue el primero. Después han surgido algunos encuentros relacionados con la videodanza, pero el único que ha logrado mantenerse es este que Retazos acogió dentro de su gran fiesta: el Festival de Danza en Paisajes Urbanos Habana Vieja Ciudad en Movimiento.

¿Qué novedad se puede esperar en esta décima edición?

Vamos a tener una muestra en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales con el protagonismo de Adolfo Izquierdo, uno de los realizadores que con más estabilidad ha estado trabajando en esta línea. Recorre la historia de las obras con Lorna Burdsall, los materiales que él hizo después, y una videodanza instalación, una obra nueva creada para esta exposición y que fue el premio “Tecnologías que danzan” del año pasado. Vamos a tener nuevamente programación en la Fábrica de Arte, una exposición en la Sala de la Diversidad, la muestra Pantalla TV en la sede de Retazos, el Cinematógrafo Lumiere con una selección de documentales y se van a retomar las proyecciones de videodanza en la Plaza Vieja por las noches. En la Sala Noemí del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y el salón de la Compañía Rosario Cárdenas, va a haber charlas y talleres asociados. Esto es un compendio de lo que se ha hecho en las ediciones anteriores.

¿Para qué tipo de público está pensado el festival?

Se trata de un fenómeno muy experimental y no atrae a un público mayoritario, pero expandiendo sus proyecciones, la gente se va relacionar con él y hay muchas obras que van a llamar la atención, van a provocar y a cautivar.

¿Por qué hacen coincidir esta cita con el Festival de Danza en Paisajes Urbanos Habana Vieja Ciudad en Movimiento?

Nació coincidiendo, hubo un momento en que se pudo separar, pero ahora por cuestiones organizativas ha vuelto a convivir. De cierta manera, se aprovechan los públicos porque se prevé que esa gran masa que arrastra “el callejero” pase por los espacios de la videodanza.

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