Por Vitalina Alfonso
16 de Febrero de 2015
Siempre que se presenta un libro del cual he tenido a cargo la edición constituye un júbilo, más allá de los esfuerzos, mayores o menores, que haya vertido a lo largo de toda su génesis y etapas de trabajo. Es para mí, como ya he repetido en entrevistas y lanzamientos, traer al mundo un ser sobre el cual hemos volcado lo mejor de las ilusiones y verlo luego correr –suelto y feliz– de lector en lector, aunque no todas las veces con la recepción esperada por lo lamentable de nuestra escuálida crítica literaria.
Pero como es lógico, hay libros y libros, y cada uno tiene su historia para los editores. Unos son más entrañables que otros por el tema, la relación establecida con los autores, el resultado final de impresión y diseño, en consonancia con lo que nos propusimos, etc. Este que hoy presentamos reúne todo un conjunto de distinciones (casi de la Cultura Nacional) que me llenan de un particular beneplácito, y a ciencia cierta no podría numerar en orden de prioridad las razones concretas que me proporcionan tanta felicidad porque todo este público aquí reunido pueda tenerlo a su alcance.
Empezaré por su valor académico: como afirmo en la nota de contracubierta, es una demostración palpable y fidedigna de la deslumbrante e insospechada participación intelectual femenina, a lo largo de la trayectoria de vida de la revista Social, y que las coautoras de este volumen, Nancy Alonso y Mirta Yáñez, no solo percibieron sino que se percataron que había que rescatar y homenajear, como en 1919 se le ocurriera a Emilio Roig en el egregio número 6 de aquel año. Para este rescate actual, Mirta y Nancy proyectaron la genial idea de no solo antologar y rastrear las biobibliografías de aquellas Damas, y caracterizarlas desde su aporte a Social, sino también traerlas al presente de la mano de todo un selecto grupo de narradoras, periodistas, historiadoras y ensayistas cubanas contemporáneas, que con absoluta libertad pudieran dialogar desde el presente con ellas, y hasta descubrir o atisbar algún que otro resquicio insospechado en sus vidas y en sus obras.
Me vi implicada en este gran proyecto desde varios ángulos, entre ellos en la concepción de cómo distribuir las secciones, en velar porque el espectacular arsenal gráfico aportado por Social, pero seleccionado por ambas antólogas, cumpliera a cabalidad con su fin, no solo ilustrativo sino también didáctico, y desde el punto de vista autoral en humanizar, desde un ángulo muy íntimo, esa gran figura que fue para la lucha en pro de los derechos de la mujer, a Mariblanca Sabas Alomá.
Toda la edición de Damas de Social fue un arduo y al mismo tiempo hermoso trabajo de mesa en el cual el puntillismo y las obsesiones de las antólogas fue determinante, a lo cual se sumó el talento de la diseñadora Themis Ojeda, y fue de manera muy personal una oportunidad más para sedimentar la inquebrantable amistad que me une desde hace muchos años con Nancy y Mirta, trabajadoras constantes porque la literatura cubana, y si es escrita por mujeres, pues mejor, trascienda en todas las latitudes. Y si hablamos de trascendencia espacial y de alegrías a un tiempo, tenemos la satisfacción de contar en el público con una de las dos Damiselas cubanas contemporáneas, quienes sin vivir en la Isla forman parte de ella y de su cultura, y que se sumaron a la fiesta de las otras veintisiete colaboradoras del volumen (me refiero a la narradora, poeta y periodista Uva de Aragón, aquí presente entre nosotros).
Le doy ahora la palabra al presentador elegido, Rolando López del Amo, poeta, periodista, profesor universitario, en fin, todo un caballero de las letras cubanas que honrará con su presentación a las Damas y damiselas ilustres agrupadas en este hermoso e imperecedero libro.