Factoría Habana exhibe desde el pasado viernes 6 de febrero, la muestra Occidente Tropical, exposición personal de Esterio Segura, curada por Concha Fontenla.
“Como una especie de autorretrato y registro de acontecimientos personales que tienen lugar en la sociedad” define el artista esta exposición, en la que además se encuentra reflejado todo lo aprendido o vivido antes de hacerla o incluso durante el proceso de concepción de la misma. De esta forma asume Segura estas obras que, entre otros tópicos, resaltan la política, la filosofía, la historia, la antropología y el Kitsch, conectados con un interés más general de corte antropológico y filosófico que permite comprender parte de la cultura que se gestaba en la Isla en las décadas de los ´80 y los ´90.
A decir de su curadora “Occidente tropical, nos aproxima al primer proyecto de un novel Esterio Segura que llega a La Habana a finales de los 80’s procedente de Camagüey con un amplio bagaje artístico personal”.
La imaginería religiosa resulta el centro formal de esta combinación de esculturas e imágenes, en las que convergen elementos de distintas tradiciones culturales, que a su vez reflejan aspectos del Realismo Socialista, el falocentrismo y el eclecticismo, pasados por el tamiz de la idiosincrasia cubana y la identidad popular.
A continuación publicamos las palabras del catálogo de la muestra Occidente Tropical, a cargo de su curadora Concha Fontenla:
La libertad no necesita alas, lo que necesita es echar raíces.
Octavio Paz
Occidente tropical, nos aproxima al primer proyecto de un novel Esterio Segura que llega a La Habana a finales de los 80’s procedente de Camagüey con un amplio bagaje artístico personal, fundamentado en una intensa aportación cultural, adquirida en la Escuela de Artes Plásticas de Camagüey a través de “su maestro” Aisar Jalil; quien, además de transmitir conocimientos puramente académicos, le incita la curiosidad por la literatura, el cine, la música y -lo que es más importante y definitivo en la obra de Esterio- una pasión por la investigación y el trabajo que conserva intacta a pesar de los años transcurridos. Un grupo de artistas graduados en las Academias de Arte soviéticas -de las que pensaba formar parte- estimulan e incrementan sus inquietudes que incorpora a una poética iconográfica que refleja una transculturalidad en la que se detectan conexiones con la obra de Fernando Ortiz. A pesar de su interés inicial por la pintura, pronto vuelca sus inquietudes en el desarrollo del volumen… la escultura; utiliza sus grandes dotes de dibujante para bocetar, repensar y replantear con gran precisión proyectos precedidos de una profunda reflexión cuyos resultados le permiten plasmar la conceptualización y desarrollo formal de sus ideas.
Al contextualizar su trabajo, se percibe un cambio en el discurso, una intencionalidad renovadora dentro de la plástica cubana emergente, en la que se insertan las obras de la serie/proyecto Occidente tropical. La búsqueda de la identidad, la autorreferencialidad autóctona, en cuya morfología prima el carácter narrativo y una estética intencionadamente kitsch que le permiten abordar al artista temas como religión y política que, pasadas por el tamiz de la idiosincrasia cubana y valores muy arraigados en la identidad popular, en el sentido etimológico del término latino (lo relativo al pueblo) dan como resultado unas piezas en las que se entrelazan semántica e iconográficamente santos y héroes, logrando un mestizaje cultural tras el que, en ocasiones, vislumbramos como un zoom en Camagüey realizado sobre País deseado de Tonel.