“Por nuestro Apóstol”: una obra inestimable y necesaria

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa


La Editorial Boloña privilegia en sus libros los temas de carácter histórico, en especial los dedicados a La Habana, en un amplio abanico de disciplinas, géneros y autores. A su primoroso catálogo se integran reediciones, primeras ediciones y coediciones con importantes editoriales cubanas y extranjeras.

La casa editora de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, surgida en los años 90 del siglo XX, ha incursionado, además, en los últimos años en la producción de multimedias,  entre ellas, Museo de la Cerámica Contemporánea Cubana una visión general del desarrollo de la cerámica artística en Cuba; Para no olvidar. Libros I y II, del Dr. Eusebio Leal Spengler dedicada a la gesta restauradora emprendida en la zona colonial de la ciudad, y Museo Casa Natal de José Martí, Premio Palma Digital 2011.

En ocasión de los 162 años del natalicio del más universal de los cubanos, y las nueve décadas del Museo Casa Natal de José Martí, el más antiguo de la ciudad de La Habana, sesiona el Encuentro Nacional de Museos Casas Natales y Memoriales, en cuyo programa Boloña anuncia la presentación de un nuevo  producto audiovisual: Por nuestro Apóstol.

A propósito de esta novedad, Habana Patrimonial entrevistó a Enrique López Mesa, quien presentará la propuesta digital:

¿Cuál es el mayor aporte de Por nuestro Apóstol para desentrañar temas esenciales de la vida y la obra de Martí?

La multimedia Por nuestro Apóstol —preparada por Ediciones Boloña— constituye un merecido homenaje a Luis García Pascual en vísperas de su 93 cumpleaños. Pero, independientemente de eso, su contenido es de sumo valor, tanto para los investigadores profesionales como para cualquier persona que quiera adentrarse en el conocimiento de la vida y la obra de nuestro Héroe Nacional.

¿Qué podemos encontrar en Por nuestro Apóstol?

Esta multimedia reúne la mayor parte de la obra de Luis García Pascual. Principalmente, una nueva edición revisada y aumentada del epistolario martiano, su obra más querida, con las fechas rectificadas o esclarecidas por él y un sinnúmero de notas que aportan el contexto histórico de las cartas. Asimismo, contiene una selección de cartas recibidas por Martí, una abarcadora cronología ilustrada del Maestro y de sus familiares más cercanos, el árbol genealógico de la familia Martí-Pérez, y una selección ilustrada del libro Entorno martiano, que es un diccionario biográfico de quienes tuvieron vínculos con Martí. La multimedia también incluye un elogio de García Pascual, a cargo del doctor Eusebio Leal Spengler, y una entrevista al homenajeado, hecha por Magda Resik.

A su juicio, ¿qué valoración le concede a compilar estas obras —algunas editadas y otras inéditas— en formato multimedia?

Su valor es inestimable para todo investigador. Valga el ejemplo del epistolario martiano. La edición impresa en 1993, en cinco tomos, carece de los necesarios instrumentos auxiliares de búsqueda, como son los índices de materia, onomástico y geográfico. Esa falta queda resuelta con esta multimedia, utilísima herramienta de trabajo, que nos permite localizar rápidamente las referencias que nos interesan, sin tener que buscar página por página, como nos veíamos obligados a hacer con la edición impresa.

Debemos agradecer a Ediciones Boloña, a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y, en especial, al compañero Eusebio Leal, este merecido homenaje a Luis García Pascual que, además, es un regalo para todos los investigadores martianos.

¿Quién es Luis García Pascual?

Es un ser humano digno de admiración y alabanza. Ha sido siempre un hombre sencillo, padre de familia, obrero jubilado de la antigua Cervecería Modelo del Cotorro y, sobre todo, un martiano fervoroso desde los años cincuentas del siglo pasado. Fue su devoción por la figura de José Martí la que lo compulsó a saber cada vez más sobre él.

Con ese fin, comenzó a asistir por las noches a la Biblioteca Nacional, cuando ésta aún radicaba en el Castillo de La Real Fuerza. Allí comenzó sus investigaciones, que luego continuaría en el nuevo edificio de la Biblioteca, así como en el Archivo Nacional, el Archivo Histórico de la Universidad de La Habana, la antigua biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País y los diversos archivos parroquiales de la Diócesis de La Habana.

Esta labor constante de más de medio siglo, y los frutos que ha arrojado, han convertido a García Pascual en un paradigma de investigador martiano y lo hacen acreedor de la gratitud y el homenaje de todos los cubanos.

Sorprende a algunos estudiosos que, a pesar de su origen obrero, García Pascual haya aportado investigaciones tan precisas y de inestimable valor para el patrimonio martiano. ¿Cuál es su criterio al respecto?

A pesar de su excepcionalidad, no debe sorprendernos. La labor de García Pascual se inscribe en una vieja tradición cubana: la de los historiadores vocacionales. No olvidemos que antes del año 1962 no existían Escuelas de Historia en nuestras universidades.

Los historiadores profesionales que conocimos en la primera mitad del siglo XX eran graduados de Filosofía y Letras, Pedagogía, Derecho o Medicina. Se dedicaron a la Historia por mera vocación, por amor a nuestra patria. Sólo cuatro de nuestros historiadores profesionales pudieron cursar estudios de la especialidad, gracias a que lo hicieron en el extranjero.

Pero entre nuestros  historiadores vocacionales existía un subgrupo que era el más meritorio: el de los que nunca asistieron a ninguna universidad y, en cambio, realizaron una obra digna de admiración. El ejemplo más conocido, entre ellos, es el de José Luciano Franco, que fue un maestro para todos los que hemos consagrado nuestras vidas al estudio de la historia patria.  Luis García Pascual es uno de esos historiadores vocacionales. Ni siquiera cursó las enseñanzas secundaria y preuniversitaria.

Sin embargo, ha acumulado una obra que muchos universitarios envidiarían. Ha demostrado con creces aquello que alguien dijera sobre José Luciano: lo importante no es ser doctor, sino ser docto. Su brújula ha sido la devoción por Martí y el amor por la Historia de Cuba. Algo que, tristemente, no han sabido comprender algunos burócratas ignorantes, de esos que tanto daño le hacen a nuestro país.

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