Para recordar el primer sitio de asiento de la Real y Pontificia Universidad de La Habana en el aniversario 287 de su fundación, se reunieron alumnos y profesores del Colegio Universitario San Gerónimo, junto a trabajadores de la Oficina del Historiador de la Habana, este 6 de enero en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís. La ceremonia, que dio inicio con el Himno de Bayamo, interpretado por el Conjunto de Música Antigua Esteban Salas, estuvo presidida por el Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad y Maestro Mayor del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana; el Doctor Félix Julio Alfonso López, Coordinador Asistente de esta Casa de Altos Estudios, y el Doctor Miguel Valdés Pérez, Vicedecano docente del propio Colegio.
Aunque tradicionalmente el escenario de este acto ha sido el aula magna del Colegio Universitario de San Gerónimo, el Doctor Leal explicó que el sitio escogido en esta ocasión guarda estrecha relación con la historia de la pedagogía y la enseñanza en nuestro país: “en este lugar, entonces monasterio de la orden franciscana, pasó los primeros años de su vida como alumno el insigne José de la Luz y Caballero, quien consagró gran parte de su vida a la docencia y a la escuela; es por eso que fue calificado como el “gran maestro de la gran generación cubana”
Grandes figuras de la historia de Cuba como Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, Ignacio Agramonte y muchos otros, cursaron estudios en la Real y Pontificia Universidad de La Habana. A partir de ahí – apuntó Leal – se produjo una valiosa e importante unión entre los destinos del país y la escuela.
Antes de finalizar el acto con un repertorio de villancicos de negros del barroco americano y con el Himno Universitario, interpretado por el Conjunto de Música Antigua Ars Longa, el Historiador instó a los actuales y futuros estudiantes del Colegio a buscar insaciablemente el conocimiento sin olvidar nunca los orígenes y la historia: “Todo hombre en sí, todo ser humano, tiene una sed de conocimiento natural, una sed de eternidad natural (…) Nunca se deja de aprender, de estudiar, de buscar la verdad y de constatarla (…) Al futuro no se puede ir sino desde el pasado. Ese ejercicio de la memoria puede comenzar en nuestra propia casa – porque creo que es la hora de saber quiénes somos y de dónde venimos –. (…) Nosotros no queremos alumnos en el Colegio, queremos discípulos, y quizás lo mejor y lo más importante es que al final del camino, acepten que ese discipulado les aportó un sentido a sus vidas, les aportó un sentido a la nuestra y nos hizo compartir una aventura por un tiempo que desgraciadamente es breve”.