Premios para la cerámica cubana contemporánea

Por Ana Lidia García Hernández.
Tomado del sitio web Habana Radio

Moldear el barro o la arcilla para obtener una obra de arte, a merced de los caprichos del horno y de los materiales, resulta una labor titánica incluso para el más avezado artista. Debido a las complejidades de esta manifestación, constituye un verdadero acontecimiento disfrutar durante la Bienal de Cerámica Contemporánea Cubana (esculturas, instalaciones y proyectos) de un conjunto de 24 obras de elevado vuelo conceptual y formal, que se expone en el Centro Hispanoamericano de Cultura de la Oficina del Historiador de La Habana hasta el mes de enero.

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Sobre los valores de la selección Alejandro G. Alonso, miembro del jurado y director del Museo Nacional de la Cerámica Cubana Contemporánea, comentó a Habana Radio durante la entrega de los reconocimientos este viernes 12: “En el presente año las obras tienen gran calidad, no tuvimos que eliminar ninguna, pues las personas van comprendiendo que se trata de un evento riguroso. Incluso, tuvimos que crear nuevos premios para resaltar el esfuerzo de un mayor número de creadores. Más allá del certamen, la Bienal permite mostrar la producciones más recientes en el ámbito cerámico cubano”.

La comisión que tuvo a su cargo la evaluación de las obras – integrada además por el escultor Osmany Betancourt; los historiadores del arte Yamira Rodríguez y Osvaldo Paneque y la curadora Marilyn Sampera – otorgó el premio al mejor proyecto documental, concedido por la Fundación Ludwing de Cuba, a “Cubo mágico” de Lázaro Luperón. Según consta en el acta, la obra destaca por “su acertada solución constructiva y el impacto visual”.

Además, fue galardona la pieza “Cómo hacer un avión” de la serie Cerigami, de Ioán Carratalá, con una beca de creación del Consejo Nacional de las Artes Plásticas. En este caso, los especialistas destacaron “su gran efecto plástico conseguido con economía de recursos expresivos de admirable síntesis”.

Guillermo Ramírez también fue laureado por “Identidad”, donde expresa su preocupación por los intereses materiales de la generación del futuro. “Es un llamado de alerta acerca de la pérdida en nuestros niños y jóvenes del amor por lo colectivo, por nuestros símbolos, por lo espiritual”, explicó Ramírez a nuestra emisora. Los miembros del jurado subrayaron la sólida profundidad conceptual de esta obra y la eficacia del artista para combinar materiales de diverso origen.

El artista de la plástica Alfredo Sosabravo, quien entregó una pieza de su autoría como reconocimiento a este artífice, anotó que, en general, los trabajos presentados como parte de esta Bienal hablan de la frescura y la calidad del movimiento de ceramistas en la Isla.

Precisamente, el tribunal decidió ampliar las distinciones contempladas en la convocatoria y concedió el premio de Ópera prima a “La torpeza” de Javier Alejandro González y Robin Echenique, quienes se aventuraron en la construcción de una compleja y atractiva instalación que refleja la violencia y brutalidad con la que el hombre trata a la mujer en muchas ocasiones. Estos noveles creadores se presentan por primera vez en la Bienal y explicaron que aunque tuvieron que enfrentar varias dificultades de espacio, materiales y tiempo, están satisfechos por el resultado. “Queríamos ver las expresiones de los espectadores cuando se acercaran a esta obra y escucharlos cuando dialogaran entre ellos sobre sus impresiones”, acotó Javier Alejandro.

Finalmente y por iniciativa de Osmany Betancourt, se dotaron con obras de su autoría y de Manuel Hernández a dos premios especiales: “Contradicciones” de Jorge Lacas y “El vuelo del cerdo”, de la serie Restaurantes de lujo de Dariel Lozano. Este último señaló que su trabajo está relacionado con “el elevado valor monetario y simbólico” que ha ido tomando este mamífero como componente fundamental en la alimentación de los cubanos.

El hecho de que haya sido difícil otorgar los galardones, según contó Betancourt, es muestra de que “en el conjunto varias piezas reunían con maestría cualidades estéticas y conceptuales”. Así se reafirma que la producción de cerámica se mantiene viva en nuestro país y goza en estos momentos de una energía admirable.

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