Por Fernando Padilla González
Tomado del sitio web Opus Habana
Expuesta en las verjas del Museo Castillo de La Real Fuerza, la muestra «Las fortificaciones de los Antonelli en Cuba. Siglos XVI-XVII» rinde homenaje a la familia de ingenieros militares que contribuyeron al proceso de construcción del sistema defensivo americano
Castillos de Panamá, Colombia y los célebres San Salvador de la Punta, del Morro en La Habana y Santiago de Cuba, los reductos de Cojímar y la Chorrera, entre otros pueden ser apreciados en los 27 paneles que conforman la exposición.
Expuesta en las verjas del Museo Castillo de La Real Fuerza, la muestra «Las fortificaciones de los Antonelli en Cuba. Siglos XVI-XVII» rinde homenaje a la familia de ingenieros militares que contribuyeron al proceso de construcción del sistema defensivo americano en respaldo a las colonias hispanas y al sistema de flotas de la Carrera de Indias. Castillos de Panamá, Colombia y los célebres San Salvador de la Punta, del Morro en La Habana y Santiago de Cuba, los reductos de Cojímar y la Chorrera, entre otros pueden ser apreciados en los 27 paneles que conforman la exposición.
Organizada por la Oficina del Historiador de La Habana y la Asociación española de Amigos del Castillo de Montjuic, la iniciativa tiene como objetivos fomentar en el público valores a favor de la preservación del patrimonio, en especial, la arquitectura militar. Constituye, además, invitación para conocer más sobre la historia de las colonias americanas bajo el poder de las metrópolis de España y Portugal, los conflictos navales refrendados en aguas del Caribe, el asedio de piratas y corsarios, así como el desarrollo de la ingeniería bélica aplicada a la artillería y las fortificaciones.
En la exposición se define patrimonio como «el conjunto de obras humanas en las cuales una comunidad reconoce sus valores específicos y particulares con los que se identifica, además proporciona a la historia ese carácter vivo que nos permite entender mejor un pasado ya perdido».
A finales del siglo XV, las naos hispanas surcaron el Atlántico en busca de nuevas rutas comerciales que, tras los viajes del almirante Cristóbal Colón y un progresivo proceso de conquista y colonización proporcionó a la Corona de Castilla y Aragón, en las figuras de sus Majestades Católicas, Fernando e Isabel, y en reinados sucesivos, un Nuevo Mundo para «evangelizar» y expoliar sus riquezas con vistas a rebosar las agonizantes arcas europeas.
El floreciente imperio ultramarino pronto despertó el interés y la codicia del resto de las naciones del Viejo Continente. En respuesta, España estableció un paulatino sistema defensivo colonial que al paso de los años y del cada vez más agresivo hostigamiento de potencias como Inglaterra, Holanda y Francia, se estructuró como un verdadero complejo militar.
La protección de los intereses hispanos en el Nuevo Mundo fue confiada a los ingenieros militares más sobresalientes de la propia corte de Castilla y Aragón y a otros que juraron lealtad a la Corona, entre ellos, la familia Antonelli (Giovanni Battista Antonelli «il vecchio», Battista Antonelli, Cristóforo Roda Antonelli, Juan Bautista Antonelli «el mozo», Cristóforo Garavelli Antonelli, Francesco Garavelli Antonelli) artífices de una arquitectura militar que aun puede ser apreciada en naciones de África, Europa y América.
Los Antonelli tienen su origen en la ciudad de Gatteo, en la Emilia-Romagna, región situada en el noroeste de Italia. Los hermanos Giovanni Battista y Battista Antonelli prestaron sus servicios al reino de España a partir de la segunda mitad del siglo XVI, al proyectar construcciones defensivas en Europa y África.
Battista y su hijo Juan Bautista «el mozo» realizaron su labor fundamentalmente en América, en las que compartieron conocimientos con el sobrino del primero, Cristóforo de Roda, a quienes se deben el primer plan de defensa del área caribeña. A su ingenio conjunto debemos obras como San Felipe del Morro (San Juan de Puerto Rico), Santiago de Araya (Venezuela), San Lorenzo el Real de Chagre (Panamá), San Juan de Ulúa (Veracruz), San Pedro de la Roca del Morro (Santiago de Cuba) y los Tres Reyes del Morro (La Habana), exponentes que constituyen un símbolo de homogeneidad y monumentalidad, testimonios de arquitectura militar primigenia, entendida por primera vez como un sistema defensivo integral americano.
Cierran el legado familiar a finales del siglo XVII, Cristóforo y Francesco Garavelli.
En 1589 comenzó el estudio y levantamiento del primer sistema defensivo de La Habana como parte indispensable en la defensa del Caribe y el Golfo de México. Las construcciones fueron ordenadas por el monarca español Felipe II al citado ingeniero militar Battista Antonelli quien, junto a Juan de Texeda, propuso la construcción del castillo de los Tres Reyes del Morro y en el extremo contrario a la bocana de la rada, la fortaleza de San Salvador de la Punta. Se garantizaba con estos puntos estratégicos el cierre del principal acceso marítimo a la ciudad de San Cristóbal de La Habana, escala de las flotas de la Carrera de Indias.
A Juan Bautista se debe la edificación, a inicios del siglo XVII, de los reductos de Santa Dorotea de Luna de la Chorrera y su similar a la entrada del río Cojímar, al este de la villa.
Por la significación histórica de la ciudad intramural y su sistema de fortificaciones, la UNESCO concedió en 1982 la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad.