Estudiantes de medicina del hospital Mayor General Calixto García, trabajadores de la Oficina del Historiador de la Ciudad y del hotel Inglaterra, miembros de la Sociedad Canaria de Cuba Leonor Pérez Cabrera y transeúntes que detuvieron su paso, se reunieron en la mañana del jueves 27 de noviembre, en la célebre Acera del Louvre, para escuchar los himnos de Cuba y de la República Española, interpretados por la Banda Nacional de Conciertos, y presenciar las palabras de Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, quién hizo un detallado repaso de los trágicos hechos ocurridos ese día pero de 1871.
Aquel día, luego de ser seleccionados al azar y juzgados injustamente, aquellos ocho jóvenes cubanos, cuyo único crimen fue el de alentar un sentimiento a favor de la patria y su soberanía, fueron llevados a la explanada de La Punta y ejecutados de dos en dos. En su intervención, Leal calificó aquellos sucesos como un “crimen político que pisoteaba el orden jurídico establecido”, y aseveró que con el paso del tiempo, luego de que se pudo conocer toda la verdad acerca de lo sucedido y se comprobó la inocencia de los estudiantes, estos se convirtieron en un símbolo de lo que el adversario quería aplastar, humillar y herir. “Es que el 27 de noviembre y todo lo que trajo como consecuencia posterior en la historia de Cuba, fue, es y será el símbolo de la dignidad, de la cultura, de la firmeza de espíritu, que tiene y ha de tener siempre la juventud cubana”.
Este histórico acto organizado desde 1937 por el primer historiador de La Habana, Emilio Roig de Leuchsenring, rinde tributo además a dos oficiales españoles que, como muchos otros, se opusieron enérgicamente a aquellos hechos. “A Nicolás Estévanez, cuya memoria hoy reverenciamos por su solidaridad con los estudiantes mártires de 1871, por su amor indeclinable a Cuba, demostrado luego, un hombre sometido a la disciplina del mando militar, y que sin embargo se aparta ese día de la obediencia debida, y es capaz de protestar públicamente cuando en estas mismas calles y a esta misma hora existía un verdadero motín, ocurría un acontecimiento trascendental que conmovería hasta sus raíces el sentimiento nacional del pueblo cubano. Hoy, anticipándonos a los actos que se celebran en distintos lugares, a lo que ha de ocurrir en breve donde ahora hacen guardia los estudiantes, ahora donde en todas las latitudes del mundo médicos cubanos recuerdan este día y harán seguramente un acto, un minuto, una recordación de quienes fueron sus predecesores en el tiempo; nosotros acudimos aquí, al mismo lugar en donde los empleados del Hotel Inglaterra trataron de contener a un hombre encolerizado al que la historia recuerda simbólicamente con el gesto de romper la espada como símbolo de solidaridad con los que estaban muriendo cerca de aquí.”