Devolver el esplendor a un muelle habanero

Tomado del sitio web Habana Radio

Por Maydelis Gómez Samón

La Oficina del Historiador de La Habana inició hace cuatro años uno de sus proyectos más ambiciosos: la Reanimación de la Avenida del Puerto, que va desde el tramo del Muelle de Caballería hasta el Centro Cultural Almacenes San José. En pocos meses concluirá otra de las obras: el Espigón de Paula, conocido también como Muelle del Tabaco y de la Madera.

Desde hace dos años y medio, un equipo de historiadores, ingenieros, arquitectos, diseñadores y constructores han volcado su creatividad y empeño para devolver el esplendor a este muelle: Patrimonio Industrial de Cuba.

Pero la historia del Espigón de Paula  o Almacén del Tabaco y de la Madera comienza desde finales del siglo XVIII, época en la que este borde costero de La Habana experimentó el auge de muelles o espigones con sus tinglados.

En 1860 se aprobó la construcción del muelle a la vera de la Alameda de Paula y en las décadas siguientes fue transformado y sustituido por el que hoy se conserva, asegura la historiadora Yamira Rodríguez, quien tuvo a su cargo la investigación histórica de la nave. “En los inicios del siglo XX, la intensidad operativa de esta zona se había incrementado sustancialmente. Se imponía así la necesidad de levantar estas fábricas más resistentes y duraderas”, refiere.

Cuenta Rodríguez que la construcción del espigón actual se realizó entre 1906 y 1908 y su primer propietario y quien mandara a fabricarlo fue The Havana Central Railroad Company, en virtud de la concesión que se le otorgó por Decreto Presidencial número 1 del 29 de diciembre de 1905. Según consta en la primera inscripción del Registro de la Propiedad de La Habana, este muelle fue construido de acero y concreto reforzado, de 132 metros de largo en su parte norte y 146 metros en su parte sur.

De acuerdo con documentos históricos de la época de la Neocolonia, en 1928 The Havana Central se fusionó con los Ferrocarriles Unidos, quien mantuvo la propiedad del muelle hasta 1959. En 1961 – indica la historiadora – se nacionalizó, como el resto de los espigones de la zona, y a partir de entonces fue explotado por la terminal marítimo-portuaria “Margarito Iglesias”.

El antiguo Almacén del Tabaco y de la Madera, constituye uno de los pocos espigones que sobrevivió al paso de los años. Como expone Rodríguez, se puede apreciar cuánto aportaron a la ingeniería y arquitectura actual al erigirse sobre el mar con técnicas constructivas modernas para su época, como el hormigón armado, el concreto reforzado y las estructuras de hierro, muy apropiadas para ese tipo de industria.

Su valor como patrimonio industrial es indiscutible, pues responde a una época de renovación del puerto habanero. Es por ello que se hacía imprescindible rescatarlo, porque parte de la historia económica de La Habana y de Cuba está en esos muelles.

En rescate del patrimonio olvidado

Hasta el olvido parecía no recordarlos. Casi al final de la Alameda de Paula se apreciaban las ruinas de tres espigones. En la belleza gris de ellos se adentraban pescadores, enamorados y familias, para mirar el mar más de cerca. De los tres muelles hermanos, solo sobrevivió el de Paula, los otros, tuvieron que ser demolidos.

Interior de la obra

Cuando este año culmine la rehabilitación de la nave sobreviviente, esta pasará a tener una función comercial. En la parte posterior habrá un gran mercado y tendrá 14 cámaras frías que abastecerán a todos los establecimientos de la Avenida del Puerto; mientras que en su parte anterior ya se alista una fábrica de cerveza, en la que 400 personas podrán disfrutar de la refrescante bebida.

A un lado del actual Centro Cultural Almacenes San José se aprecia este muelle, perpendicular a la línea de costa, donde está situada la nave metálica. “En el proyecto de restauración se conservó la estructura general y se veló por mantener la fisonomía arquitectónica de la nave, sin variar en nada, para que se siguiera preservando la memoria histórica en el barrio”, explica el proyectista general de la obra, Juan José Díaz.

Conocer el estado de la subestructura de esta centenaria instalación, fue el primer paso del proceso. Eduardo Pérez, jefe del grupo de inversiones del barrio San Isidro, apunta que, durante tres meses, buzos de la empresa CITMA, realizaron un estudio para conocer el verdadero estado del espigón. “Aunque el muelle no se encontraba en óptimas condiciones, la capacidad portante de la loza sí contaba con los requerimientos para hacer la cervecería, acoger a 400 personas y el comercio”, señala.

Pero toda la tubería fue instalada por la parte cubana.

La seguridad de este espigón se garantizó al reparar las estructuras que estaban en mal estado, sustituir la cubierta de asfalto cemento – lo que disminuyó en un 30 por ciento el peso –, y eliminar las dos grúas que trasladaban la carga dentro de las naves. Pero hubo otros retos a los que el equipo de ingenieros y obreros tuvieron que enfrentarse; así lo reafirma Eduardo Pérez: “Los austriacos montaron la base de la fábrica de cerveza, pero toda la tubería de cobre y acero inoxidable fue montada por la parte cubana.

Asimismo, hubo que hacer un soterrado de más de 300 metros para traer la electricidad. Por otra parte, tuvimos que adquirir un grupo electrógeno capaz de proteger los productos que estarán en las cámaras frías y los alrededor de 16 mil a 18 mil litros de cervezas que van a estar en constante producción”.
Una fábrica de tal magnitud, con baños para tantas personas, cocina, y cámaras frías, genera muchos residuales; y esa era otra de las preocupaciones del equipo de trabajo: ¿a dónde irían a parar estos desechos, cuando se realizan tantos esfuerzos en la bahía de la Habana por eliminar la contaminación?

“CITMA nos puso como requerimiento que los desechos debían bombear a la ciudad o al mar”, precisa Pérez. La red de la ciudad está colapsada, así que era más lógico verter al mar, pero para eso se debía cumplir la norma cubana 521 , por lo cual se necesitaba una planta de tratamiento. “Un grupo de especialistas de Recursos Hidráulicos determinó qué planta era pertinente. Se licitó en el mundo y apareció un suministrador. Y ya en estos momentos está a punto de llegar”, confirma el ingeniero.

Sin dudas, saber que la presencia del ser humano no afectará al medioambiente y a la recuperación paulatina de la bahía habanera, resulta un alivio para quienes sufrimos por esos desechos que, lamentablemente, aun observamos en nuestra bahía de bolsa.

De sueños y realidades

La cervecería ha sido pensada para todo tipo de público, y por tanto se han salvado las barreras arquitectónicas. “Una persona se puede desplazar por todo el interior del inmueble, sin necesidad de subir un escalón o salvar un quicio; todo está hecho por rampas, con las normas más estrictas de barreras arquitectónicas”, especifica Juan José Díaz.

Proyecto del interior de la cervecería

Actualmente, el trabajo está en un 85 por ciento de ejecución, asevera Jesús Malagón, jefe de la obra: “Hay un promedio de 50 ó 60 trabajadores, aunque a veces ha llegado a más de 100, pero ahora lo que faltan son detalles y las instalaciones especiales”.

Quienes lleguen a este lugar encontrarán un contexto acogedor, manifiesta el arquitecto: “A pesar de albergar a 400 personas al unísono, buscamos la calidez en todo el tratamiento cromático, en la selección del mobiliario y en los materiales a emplear”.

El agradable ambiente que habrá en este espigón, Patrimonio Industrial de Cuba, se debe también a la creatividad de Mónica Pestano, quien tuvo a su cargo el diseño de interior del establecimiento.

“Dentro del espacio se manejaron cuatro conceptos: la cerveza, el mar, el mesón y el almacén. Ello está reflejado en el diseño de interiores donde se pretendió recrear un mesón español y lograr una armonía mediante el empleo de recursos formales contemporáneos, a partir del color, las texturas y las formas”, precisa la diseñadora.

Otra de las particularidades del lugar es que contará con un tablado flamenco

Otra de las particularidades del lugar es que contará con un tablado flamenco. “No será solo un lugar  para comer o disfrutar de una cerveza, sino también un establecimiento donde habrá un espectáculo, en el que las personas podrán interactuar con el mismo. Además, desde una gran pecera transparente se podrá apreciar el proceso fabril de la cerveza y su laboratorio”, detalla el proyectista general.

Esta cervecería, que ocupará un espacio mucho mayor que la de la Plaza Vieja (el doble), contará también con dos parrilladas y una barra de 27 metros de largo. A esta agradable atmósfera de sabores, olores y sonidos se le suman dos murales gigantescos realizados por el diseñador gráfico Edel Rodríguez Molano, los cuales se encuentran a ambos laterales del espacio. En ellos predominan los colores saturados como los azules, naranjas y verdes, además las formas utilizadas en los dibujos aluden a la cerveza y al mar, mediante una historia contada por la gráfica, puntualiza Pestano.

 

Pero no solo el ambiente interior será placentero. Cuando usted pueda apreciar esta obra concluida, de seguro también coincidirá con elarquitecto Díaz en que otra de las maravillas del lugar lo constituye su mirador. “Tiene un primer nivel que es la cubierta del portal, una característica de esta nave que no tenían las otras. Es un portal perimetral como esas quintas campestres que tenemos en algunos lugares de Cuba, y a ese portal se le hizo una escalera de público para que las personas suban y disfruten de la panorámica de la bahía”.

Los ojos, aparte de recrearse con esta vista y con parte de la Avenida del Puerto, también se detendrán en la singular plaza que habrá a la entrada de este establecimiento, y a la que ya comienzan a denominársele como La Plaza de la Madera.


proyecto de la Plaza de La Madera

El pedido fue realizar un espacio verde – comenta el arquitecto Michel Merzeau, encargado del proyecto de exteriores – pero hacer esto en una zona tan cercana al mar tiene sus complejidades técnicas, pues no todas las especies de plantas se dan: “Empezamos trabajar en un concepto que, a grandes rasgos, consiste en pasar los elementos naturales, los elementos verdes, por un proceso que parezcan artificiales. También jugamos con el desorden aleatorio que siempre existe en esta zona del puerto, por ser un lugar de carga y descarga. Otro de los elementos típicos de la zona que nos llamaron la atención fueron las grandes cajas, los grandes huacales donde venían las mercancías y los tomamos como referencia visual”.
Estas cajas, en ocasiones, hacen función de grandes macetas donde se sembrará el arbolado; en otros casos son cajas verdes, que se conforman con un cubo metálico que queda cubierto por unas enredaderas, y además hay una gran caja que servirá para alojar la casa de bombas, la cual no cabía en el interior de la nave.

 

El mobiliario también juega con el carácter lúdico y de esparcimiento que tiene el espacio y con la función comercial de la cervecería. “Es un mobiliario en el que te puedes sentar de una manera natural, puedes acostarte, caminar por encima: es para dar posibilidades”, dice Merzeau.

La Plaza va a conectar de manera física y natural los Almacenes San José con la Fábrica de Cerveza. Asimismo, “tributa al nuevo sistema de espacios públicos que estamos planteando para el borde marítimo de la Avenida del Puerto. Aunque, por supuesto –acota el arquitecto – este espacio tendrá su propia personalidad”.

Un espacio para todos

No importa el nombre por el conozcamos este lugar: Espigón de Paula, Almacenes del Tabaco y de la Madera, o la Fábrica de Cerveza; lo cierto es que en pocos meses ya se podrá apreciar la obra concluida, y de esta manera se seguirán dando pasos de avance al ambicioso proyecto de rehabilitación de la Avenida del Puerto.

“En pocos meses ya se podrá apreciar la obra concluida”

Cuando esté lista, se podrá comprobar esa continuidad que ya comienza a evidenciarse en parte de la Avenida del Puerto. “El peatón podrá caminar de manera fluida por este lugar y apreciarán espacios públicos con una visualidad coherente. Estos lugares y edificios tendrán una línea común, pero a la vez una personalidad propia. Es importante marcar el momento que estamos viviendo. Estos son proyectos contemporáneos con un mismo espíritu, no solo visualmente o físicamente, sino también desde el punto de vista del significado que transmiten”, garantiza Merzeau.

En pocos años quedará totalmente revitalizada la Avenida del Puerto, se podrá pasear por todo este borde costero, y ya casi al final de su recorrido, usted podrá tomar una refrescante cerveza mientras disfruta el paisaje desde la Plaza de la Madera o se deleita con la espectacular vista de la bahía habanera. De eso estoy convencida y quizás nos encontremos y brindemos por los sueños cumplidos y por los que nos faltan.

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