Tomado del sitio web Cubahora
Por: María del Carmen Ramón María del Carmen Ramón
¿Qué estrategias se siguen en el país para la conservación del patrimonio?, ¿Cómo preservar en condiciones económicas adversas? A estas preguntas responde Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio cubano, en diálogo con Cubahora…
Una arquitectura colonial y neocolonial que tiene en Cuba algunos de sus mejores exponentes, valiosas colecciones de archivos históricos y artísticos, un Museo Hemingway que es continuamente visitado por prestigiosos investigadores de su obra, el Capitolio… no es difícil advertir que en Cuba el patrimonio se respira por todas partes: lugares de importancia histórica y cultural, objetos valiosos, documentos originales, piezas arqueológicas, bailes populares, tradiciones, todos ellos hablan de una Cuba que mira al mundo y cuyas raíces palpitan en cada esquina.
“Patrimonio es lo que se recibe de los padres y es de uno por derecho propio”, así aseguraba Marta Arjona, quien fuera la presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio cubano hasta su muerte en 2006. “Abarca el territorio del país y su historia, leyendas, tecnologías, conocimientos, arte y sistemas de producción y de organización”, argumentaba la escultora y ceramista cubana, gestora del rescate y cuidado de los bienes de la nación.
Si bien cuando triunfó la Revolución existía en Cuba una reducida cifra de ocho museos, hoy suman 318, esparcidos por todo el país y que atesoran importantes colecciones de la cultura y la historiografía cubana.
Hace unas semanas Cubahora compartió con sus lectores una entrevista al reconocido arquitecto Mario Coyula, con consideraciones sobre la situación de la vivienda hoy en Cuba, pero ¿qué sucede con la protección de bienes de valor histórico cultural en un país con condiciones económicas adversas? ¿Qué estrategias se siguen hoy para la conservación del patrimonio? En busca de estas respuestas, nuestra revista conversó con Gladys Collazo, presidenta nacional de Patrimonio Cultural y de la Comisión Nacional de Monumentos.
—Es una responsabilidad para todos los tiempos cuidar el patrimonio histórico-cultural de una nación ¿Qué estrategias se están siguiendo en Cuba para la conservación del legado historiográfico?
—Cuba cuenta con una política diseñada para la protección del Patrimonio cultural, material, inmaterial y natural. Uno de los más vulnerables es, en mi criterio, el Patrimonio historiográfico, el documental; nuestro país posee una amplia red de museos, que atesoran un patrimonio documental valiosísimo. Hace varios años, desde 1997, se destinó para la Red de Centros Provinciales de Patrimonio un equipamiento para el inventario automatizado, en el que se digitalizan los grados de valor, para luego crear una estrategia o acciones concretas para su difusión.
“Siempre pongo varios ejemplos, en este caso, el museo antropológico Montané, que pertenece a la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, tiene el archivo personal de Rivero de La Calle, un patrimonio documental muy valioso para investigadores y para personas amantes del tema de la arqueología y la antropología. Ahí hay expedientes de las excavaciones, objetos que forman parte de las mismas, fotografías importantes de Rivero de La Calle, de Dacal y de otros espeleólogos, antropólogos y arqueólogos, que forman parte de la memoria de la arqueología en Cuba y en las Antillas.
“Entonces, Cuba cuenta con una política diseñada para la conservación del patrimonio documental, lo que pasa es que también estamos hablando de temas económicos. Se puede tener diseñada la política, pero hay que contar con un sustento económico y con un equipamiento adecuado. Se requiere además un personal calificado, sistematicidad, así como las condiciones para sostener un equipamiento, que requiere aire acondicionado y otros requisitos.
“Recientemente cumplimos 10 años del convenio con Estados Unidos para el Museo Hemingway (Finca Vigía). Con ese convenio se digitaliza toda la obra documental de Hemingway, que es muy rica, y eso forma parte de una estrategia de trabajo para la conservación de la memoria histórica de Hemingway. Así, paulatinamente, están diseñadas diversas estrategias, de acuerdo con los grados de valor de diferentes colecciones del patrimonio documental, para primero, antes de digitalizar, palear el deterioro y restaurar.
“¿Para qué digitalizamos? Lo hacemos para que el especialista, el usuario, no entre en contacto directo con el documento, es decir, si un documento está en mal estado, hay que recuperarlo. La política cultural en sentido general tiene muy en cuenta estos parámetros, para después promover y difundir ese patrimonio cultural. La Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado recientemente digitalizó el archivo de Celia Sánchez, pero con una estrategia de preservación y conservación, que permite luego emprender la difusión. Existen ejemplos concretos de museos o instituciones de Cuba que tienen una política para la conservación y difusión del patrimonio documental. Recientemente, en Guanabacoa, un museo que cuenta con archivo y biblioteca, un proyecto de colaboración con España donó un equipamiento para la preservación, conservación, y difusión del patrimonio documental que está dentro del museo.
“Tengo un reto y un compromiso importante: soy la presidenta nacional de Patrimonio Cultural y la presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos, en un momento importante para el país, en el que urge preservar la memoria histórica y preservar todo el patrimonio cultural y natural que existe en Cuba. No solo para guardarlo y preservarlo, sino para promoverlo, difundirlo, para que las futuras generaciones lo conozcan. Eso es un desafío y un compromiso para mí, que llevo apenas dos años como presidenta.
“Pero este trabajo lo hacemos día a día y estamos logrando cosas. Ahora en Trinidad se está remozando el Museo Romántico, por el 500 aniversario y así, en cada provincia existe una Dirección de Cultura, Centros Provinciales de Patrimonio, Oficinas del conservador y del Historiador, donde se hacen acciones concretas y se abren y remozan museos, se digitalizan colecciones, se declaran patrimonios culturales para difundir la parte inmaterial e intangible. Cada provincia cuenta también con las Comisiones Provinciales de Monumentos, que también son importantes para trazar políticas y accionar en problemas muy concretos que se presentan y que se pueda obtener solución.
“Ahora, por ejemplo, el Museo Provincial Emilio Bacardí entra a finales de año en inversión, por lo que habrá un museo restaurado dentro de poco, un museo que para la identidad cubana es valiosísimo.
“Santiago tiene museos importantes. La casa natal Frank País, recientemente restaurada con la ayuda de la Oficina del Historiador de La Habana, es un ejemplo de un excelente museo y una moderna museografía. Cada provincia, de acuerdo con las prioridades que tiene, diseña una estrategia para preservar y conservar el patrimonio, todo es muy complicado, pero se hace.
“Cuando triunfó la Revolución había al menos 8 museos, y hablamos ahora de 318. Mantenerlos es complicado, también decimos que un museo que lleve diez, quince años cerrado, no es necesario entonces para la localidad. Si hay que cerrarlo, esa colección pasará a otro lugar, pero lo que no se puede dañar es la colección. La ley que decía que en cada municipio debía haber un museo ya no existe, son otros tiempos”.
—¿Cuán difícil es rescatar y preservar el patrimonio tangible del país, en medio de las carencias económicas de Cuba? ¿Con qué países existe colaboración?
—La primera desventaja es que somos un país con ciclones y huracanes y algunas de nuestras instalaciones son de madera, tienen condiciones no favorables para esto. El hacinamiento también impide que se le dé a los documentos la conservación adecuada, proliferan hongos y otras condiciones adversas, debido al clima. Aun así, Cuba diseña, sobre todo desde el punto de vista económico, estrategias para palear el deterioro del patrimonio. La primera estrategia que tenemos son los niveles de prioridad.
“Desde el punto de vista museológico, existen tres niveles o grados de valor. La política o la estrategia para palear eso es defectar e intervenir los más valiosos y, a partir de ahí, buscar alternativas de financiamiento o proyectos de colaboración. España es un país que ha propiciado intercambios de colaboración de acuerdo con proyectos, pero también la UNESCO, la cual cada año propicia una ayuda económica, en respuesta a un proyecto, sustentable o no. Actualmente trabajamos en la búsqueda de financiamiento para el Centro de Documentación de la Comisión Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial.
“El patrimonio inmaterial en estos últimos años juega un papel importante, y Cuba no está exenta de ello. Por ejemplo, el año pasado se hicieron tres declaratorias para el Patrimonio Nacional, que fueron el Son, la Rumba, el Repentismo y las lecturas de tabaquería. La Comisión que hace estos nombramientos la conforman miembros del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, Casas de Cultura, el Centro de Investigaciones de la Cultura Juan Marinello, la Fundación Fernando Ortiz, el Consejo Nacional de Artes Plásticas y el de Artes Escénicas. El Consejo Nacional de Patrimonio, Juan Marinello, y Casa de Cultura, es decir, el presidente y los dos vicepresidentes cuentan con un inventario sobre el patrimonio inmaterial, o sea, fiestas, las comidas y bebidas, tradiciones, oralidad, costumbres, técnicas artesanales, usos sociales, rituales, en fin, a todo esto lo llamamos “patrimonio cultural inmaterial” y todo se debe inventariar, según lo establecido por la UNESCO, ya que Cuba es signataria de la Convención de la UNESCO desde 2004.
“Hay que buscar alternativas, porque en este país el patrimonio está en todas partes. Todo es vulnerable y hay bienes que están en distintos grados de deterioro, por lo que hay que trazar políticas, ayudas, donaciones, proyectos de colaboración, que partan de una investigación que sustente la necesidad de que ese Patrimonio no se pierda. En muchos casos, también nuestro país se ve sometido a los huracanes. ¿Qué pasó en Santiago de Cuba y Pinar del Río? Son cuestiones naturales que afectan nuestros bienes. No obstante, tenemos una responsabilidad importante en la protección de ese patrimonio, y si bien a veces las edificaciones son afectadas, las colecciones no, porque hay un plan de emergencia y evacuación”.
—Usted hablaba de tres grados a la hora de la conservación, ¿cuándo un bien entraría en un grado u otro?
—Son muchos los requisitos a la hora de determinar cuándo un bien cualquiera es grado uno, dos o tres. Primero hay que conocer el bien patrimonial, de qué personalidad o acontecimiento histórico se trata, cuántos existen en el país, el nivel de conservación que tiene. Son muchos los parámetros para medir los grados de valor. Por ejemplo: todo lo que hay en el Museo Ernest Hemingway tiene valor patrimonial, pero no es el mismo valor la mesa que soporta la máquina de escribir de Hemingway, que la máquina de escribir misma. Así se tienen en cuenta los grados de valor, los niveles de protección que tenemos que darle a esos bienes, que todos tienen valor patrimonial, pero nuestra estrategia es escalonada, porque la cantidad de patrimonio que tenemos en el país es grande.
“Tenemos 318 museos en Cuba, y 504 monumentos declarados Monumento Nacional, Local y Zonas de Protección, pero también distintos tipos de patrimonio, sitios arqueológicos, sitios naturales, puede que algunos no estén declarados, pero tienen un nivel de protección”.
—¿Qué vías existen hoy para acercar a la población a esos bienes?
—Los museos son centros de investigación, centros de información. La comunidad juega un papel importante y el rol fundamental del museo es llegar a la comunidad. A veces es importante sacar los objetos de los museos, exponerlos en las bibliotecas u otros lugares que tengan condiciones, interactuar con otros espacios culturales que hay en los municipios. Nuestros museos llevan cinco, diez, quince años con la misma proyección museográfica y eso no motiva. Pasa con muchos museos, porque no hay recursos para diseñar cada cinco años un proyecto museográfico diferente, y muchas veces tenemos exponentes en los almacenes que quisiéramos sacar, pero para sacarlos hay que diseñar vitrinas. A veces es preferible mantener las colecciones en buen estado, para después ocuparnos de todo lo demás, pues todo es economía.
—Desde hace unos años se está remodelando el Museo de la Revolución, ¿es solo un mejoramiento de la arquitectura, o también incluye la parte museográfica?
—Es una remodelación tanto del inmueble como de la museografía. Quedará muy acorde con todas nuestras expectativas, pues el director está siempre buscando información con los especialistas adecuados y cuenta con profesionales de mucha experiencia trabajando en el museo. Queremos darle al Museo de la Revolución una mirada fresca, una visión nueva a nuestra historia, y allí hay exponentes valiosísimos que están guardados en los almacenes, y que van a ser expuestos con una nueva visión museográfica.
—¿Ocurrirá lo mismo con el Capitolio?
—El Capitolio lo lleva la Oficina del Historiador y es monumental, cuesta mucho dinero, es un lugar emblemático que será restaurado con calidad, para que ese inmueble tan importante en Cuba tenga el mejor uso.
—En La Habana Vieja conservar el patrimonio no incluye solo restaurar edificios para convertirlos en museos o centros de restauración, sino también crear hogares de ancianos, propiciar espacios socio culturales para compartir el patrimonio, ¿cómo se ha concretado esto?
—Tuve el privilegio de formar parte de la Oficina del Historiador cuando trabajaba en la Dirección de Patrimonio. Allí Gestión Cultural juega un papel importantísimo. Rutas y Andares es un proyecto que hace la Oficina del Historiador y que ganó premio, consiste en unir el trabajo del museo con la gestión cultural que desarrolla toda la Oficina, en el que se involucran toda una serie de instituciones que forman parte de la misma. La Oficina cuenta con una estructura y una legislación particular que facilita el manejo y gestión de todos esos bienes patrimoniales.
“Ya la Oficina del Conservador de Camagüey tiene una escuela taller igual a la de la Oficina del Historiador de La Habana, con muchachos que trabajan y estudian oficios y que forma parte de la restauración del patrimonio, y así se va consolidando. Recientemente se creó la Red de Centros Históricos y Sitios Patrimoniales. El director es Eusebio Leal y ese acuerdo incrementa y solidifica el intercambio de colaboración entre esas ciudades patrimoniales y otras que no están declaradas Patrimonio de la Humanidad, pero para nosotros son centros históricos con valores patrimoniales y declarados Monumentos Nacionales. Eso lo que hace es fortalecer el patrimonio, hacerlo integrador, lo que hay en la Oficina del Historiador, que une bibliotecas, archivos, fototecas es increíble, pues estamos hablando del patrimonio de todos.
“Para mí lo ideal sería gestionar todos esos tipos de patrimonios, y cuando quiera conocer qué es lo que hay de Antonio Maceo, se hable de lo que hay en Santiago de Cuba, en el Museo de la Ciudad, pero se hable también de si hay algo en los archivos, en las bibliotecas, en cualquier otro lugar de Cuba. Sería maravilloso que, por una base de datos, se pudiera gestionar esa información. Hoy es posible, pero fraccionada. Por ejemplo, existen catálogos en línea de toda la información que hay en las bibliotecas de la Oficina del Historiador. Buscas en Internet y hay catálogos en línea sobre temas específicos. Esa es la idea a nivel nacional, pero para eso tenemos que ponernos de acuerdo en cómo organizar la información.
“No hacemos nada con que el Museo Bacardí haya digitalizado sus colecciones, pero no lo haga de manera integral a la política que lleva el Consejo Nacional, por ejemplo. Actualmente estamos yendo muy acertadamente por esos rumbos, lo que pasa es que es paulatino, porque organizar la información es lo más complejo, buscar el software que te permita eso es lo de menos. Ya tenemos digitalizados y automatizados todo lo de grado de nivel 1, 2 y 3 nacional”.
—¿Cómo regular la conciencia social para la protección del patrimonio desde las leyes?
—Existe la voluntad política, que es muy importante, pero también contamos con un marco legal. La legislación es la base fundamental para decir que tenemos la política. Marta Arjona, la Presidenta absoluta del Consejo Nacional, en el año 1977 aprobó en la Asamblea Nacional del Poder Popular la Ley 1 de protección al patrimonio y la Ley 2 de los monumentos y sitios históricos. Eso fue vital y no lo tienen todos los países. También se suman otras leyes, como la 106 del Sistema de Museos de Cuba, que ya salió su reglamento 312, y que establece, entre otros temas importantes, la política de colecciones y de preservación en nuestros museos.
“Esa es un arma importantísima para trazar estrategias y buscar alternativas viables para la sostenibilidad del patrimonio. En cualquier lugar del mundo el patrimonio es caro, y ningún museo es rentable, ni el Louvre, ni el Prado… ni aunque tenga mucho dinero, porque la restauración de esas colecciones cuesta mucho, pero sí hay maneras de palear esa sustentabilidad del patrimonio”.