Después de poco más de dos años ausente de las galerías cubanas, el reconocido artista de la plástica Áisar Jalil Martínez ha convocado a sus muchos seguidores a un reencuentro en el Museo Nacional de la Cerámica, donde se presentará desde este viernes la exposición Eros
Tomado del sitio web Juventud Rebelde
Por José Luis Estrada Betancourt
Eros se nombra la exposición con la cual Áisar Jalil Martínez vuelve a «sonar» dentro de la vida cultural habanera, después de poco más de dos años ausente de nuestras galerías. Para este viernes 19, a las 10:00 a.m., este reconocido artista de la plástica ha convocado a sus muchos seguidores a un reencuentro en el Museo Nacional de la Cerámica (Mercaderes y Amargura, La Habana Vieja).
Según comentó a Juventud Rebelde el graduado como Master of Fine Arts en la Academia de Bellas Artes Repin, de Leningrado, antigua Unión Soviética, «Eros nació a partir de la sugerencia que me hizo mi colega Grisel Rivera, quien me entusiasmó para que preparara una exposición de cerámicas, y para serte sincero la idea me encantó.
«Hablamos entonces con Alejandro Alonso, director del Museo Nacional de la Cerámica, quien enseguida ofreció su apoyo al proyecto. Claro que todas esas cosas que uno piensa parecen que van a ser muy fáciles, pero en verdad requieren de muchas horas de trabajo, dedicación y experimentación. De cualquier manera, preparar una exposición constituye un sacrificio que siempre me deja una enorme satisfacción, sobre todo cuando consigues resultados que creo no dejarán indiferentes a quienes vayan a visitar la muestra».
—¿En qué tema te has inspirado para diseñar las vasijas?
—Como el espacio donde estará la exposición es tan pequeño, pensé que entonces el tema debía tener algo de picante, para que se sienta (sonríe). Decidí acudir a uno de esos sellos que identifican mi obra: el erotismo, leit motiv de la vida.
«Como bien dices, son vasijas diseñadas exteriormente por mí: platos, ánforas… En ellas es evidente mi intención de asumir, desde la contemporaneidad, esa forma tan peculiar que tenían los griegos de enfrentar el erotismo en la vasija. Solo que en mi caso el protagonismo lo ocupan esos seres mutantes que no me abandonan».
—Sí, parece que tus mutantes llegaron a tu obra para no desaparecer jamás…
—Mutantes somos todos, por condiciones internas y externas que nos obligan a adaptarnos, a prevalecer a pesar de las circunstancias. Pero eso no solo ocurre en Cuba, sucede en el mundo entero, que está siempre amenazado por las guerras, el hambre, las crisis económicas y medioambientales… No obstante, esos mutantes no pueden dejar de ser eróticos, eso es parte de su subsistencia: disfrutamos del amor y del sexo, al tiempo que preservamos la especie. Cada exposición mía entonces es una exhortación a: «por favor, vamos a mutar a mejor; seamos mejores mutantes. Vamos a convertirnos en mejores seres, preocupémonos por conquistar la vida y la felicidad, y no por la muerte y la tristeza».
—Se ha notado mucho tu ausencia en nuestras galerías en los últimos tiempos. Sin embargo, todavía se recuerda, por ejemplo, De tal palo tal astilla…
—Me alegra que aún se recuerde una expo como De tal palo tal astilla, que me produjo tanto orgullo y satisfacción, al poder trabajar junto a Esterio Segura, mi mejor alumno. Ciertamente, no me he podido quejar de mis últimas exposiciones, entre las que también se hallan Y hasta parece que sueñan, que acogió el Centro de Arte de Holguín; y Onírica, que se exhibió en Collage Habana.
«Me da gusto cuando analizo mi vida a través de lo que he sido capaz de hacer. En realidad he trabajado muchísimo, pero ha sido formidable. Es muy saludable acostarse trabajando y levantarse con miles de ideas revoloteando en tu cabeza. No descanso, porque mi placer, mi satisfacción mayor, es la obra hecha, el resultado del trabajo.
«Ahora regreso con Eros, porque como dices estuve ausente geográficamente, aunque muy presente con mi corazón. Yo, fuera de Cuba, me siento un hombre cojo, minusválido. Este país es el manantial de mi inspiración y de mi creación, es la vida mía. Yo sin Cuba muero.
«Estuve en Estados Unidos, que nos recibió muy amablemente, cumpliendo con compromisos de trabajo, y antes de finalizar mi estancia realicé una exposición que fue muy bien acogida por el público, galeristas, coleccionistas… Pero en cuanto llegué quise enseguida hacer patente mi presencia con arte, que es lo que le corresponde a un artista».
—¿A qué atribuyes tu sentir tan profundo por Cuba?
—Sucede que mientras los árboles envejecen las raíces son más profundas, y ya soy un viejo de 61 años; mis raíces están llegando al centro de la tierra.
—¿Habrá alguna próxima expo de tus pinturas?
—Estoy trabajando fuertemente para hacerle una propuesta a la venidera Bienal de La Habana. Veremos qué sale para presentarle al comité organizador de este evento que se ha ganado, por su alto rigor, un prestigio internacional.