Andar por la Plazuela de las Ursulinas

Por Danay Medina, especialista en Artes Plásticas

Como cada año en Rutas y Andares los especialistas de la Dirección de Proyectos de la Oficina del Historiador se disponen a efectuar los tradicionales Andares por la Arquitectura. Para el verano 2014 se han definido dos grandes grupos temáticos: uno que incluye nodos urbanos poco conocidos, como son el caso de las plazuelas de Albear, de las Ursulinas y de San Juan de Dios; y otro dedicado a los estilos y modos constructivos más antiguos de nuestra ciudad: la arquitectura colonial y el Eclecticismo.

En el segundo encuentro de julio, los guías Alina Castellanos, Arturo Pedroso y Claudia Reyes condujeron dos centenares de personas en un viaje histórico por la Plazuela de las Ursulinas, situada en Egido entre las calles Muralla y Sol. El lugar fue, en sus orígenes, un espacio público importante donde se anudaban las relaciones de La Habana intramural y extramural, ya que la zona servía de preámbulo a la famosa Puerta de Tierra (primeramente Puerta de la Muralla), que conectaba con la Calzada del Monte, las áreas de cultivo y los habitantes de las afueras de la urbanización.

La plazuela obtiene su nombre de las monjas ursulinas que en 1804, procedentes de la Luisiana, se instalan en el edificio de las Recogidas en la extremidad occidental de la calle Sol, donde además de constituir convento oficiaban en una sencilla iglesia de una sola nave y se dedicaban a la educación femenina.

En 1863 comienza la demolición de las murallas y en el terreno que estas ocupaban se decide la construcción del Reparto Las Murallas, aparejado a un cambio de centro de la ciudad que se ubica precisamente en esta zona. De ahí que la plazuela se viera cualificada por el surgimiento de palacetes como el de la Marquesa de Villalba y el que ocuparían sucesivamente la Havana Electric Railway Light and Power Company y la Compañía Cubana de Electricidad.

Ambas edificaciones, así como otras que ocuparon la franja de la muralla, fueron construidas con los sillares que la demolición de dicho elemento defensivo proporcionó. El palacio de la Marquesa de Villalba es de un neoclásico exquisito, quizá solo comparable en La Habana -según dejó saber Alina Castellanos- al Palacio Aldama. Pero mientras este último limita la decoración a la esbeltez natural de la columnata, a la manera más clásica del Partenón griego, el primero se apropia de las elaboraciones romanas y renacentistas, de ahí que el soportal se haya proyectado en arcadas sobre pilares y que se coronase el edificio con una considerable cornisa. La decoración neoclásica se aprecia además en los guardapolvos, que adoptan formas alternas de frontón triangular o de medio punto.

Por su parte, la antigua sede de la Compañía Cubana de Electricidad, si bien mantiene la proyección pesada de su vecino en cuanto a la solidez geométrica de su estructura, se permite la inclusión de elementos decorativos de sabor ecléctico, como las guirnaldas. Se destacan en ambos edificios los trabajos de herrería en balcones y puertas, elemento característico de las postreras construcciones coloniales habaneras.

Entre los valores arquitectónicos que destacan en la plazuela pudiéramos señalar, además de los exponentes ya citados, el Palacio de las Ursulinas, construido por el ingeniero José Toraya, adepto del estilo neomudéjar que proyectó en la fachada de esta edificación los elementos más representativos de la Mezquita de Córdoba: la imbricación de arcos de herradura con otros polilobulados. A su lado, en dirección a la calle Sol, se distinguen otras dos construcciones (en una de ellas radicó un cine) que respetaron la coherencia estilística del palacio y asumieron una decoración de filiación morisca.

El resto de los edificios de la manzana, mucho más modestos, ejemplifican el sencillo estilo neoclásico extendido en Cuba durante el siglo XIX, donde predominan los paños lisos y el escaso ornamento, reducido a platabandas llanas. En la esquina de la calle Muralla se levanta una construcción de principios del siglo XX de un eclecticismo contenido y de ascendente clásico.

Los Andares por la Arquitectura se consolidan cada año como estrategia de comunicación de la historia, el valor patrimonial y visual del centro histórico habanero.

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