Debatirán en La Habana sobre las Revoluciones Napoleónicas alrededor del mundo

Por: Sadys Sánchez Aguilar, directora del Museo Napoleónico de La Habana

Del 7 al 11 de julio, dos meses después de cumplirse el aniversario 193 del deceso del emperador Napoleón Bonaparte (1769-1821) en la isla de Santa Elena, investigadores, coleccionistas, admiradores de esta personalidad cumbre de la historia, se darán cita en La Habana, para celebrar por primera vez en Cuba  el duodécimo Congreso de la INS (Sociedad Internacional Napoleónica), que tendrá como tema central Las Revoluciones Napoleónicas alrededor del mundo.

Sucesor de la Revolución Francesa en 1789, Napoleón afianzó e instauró muchas de sus renuevas, las cuales incidieron en América. Sus conquistas trascendieron los planos geográficos, políticos y militares, afloraron en la cultura y todavía conviven en muchos países, incluso en los que el soberano jamás pudo llegar. Para sorpresa de muchos, en Cuba se atesora una de las más prodigiosas colecciones napoleónicas que mantiene su liderazgo en el continente americano, además de ser única de su tipo en América Latina, tanto por la amplitud y diversidad de sus exponentes como por la valía de estos. El Museo Napoleónico de La Habana, abierto al público en 1961, conserva estas piezas y tiene el propósito de difundir tan excelsa colección perteneciente, en su gran mayoría, al rico hacendado azucarero venezolano-cubano Julio Lobo Olavarría.

Existe conexión entre Napoleón y Cuba, pues, una vez muerto el emperador y rendido el imperio, llegó a la isla uno de sus gentilhombres, Francisco Antommarchi, su médico de cabecera cuando ya estaba marcado su destino en Santa Elena. Entre los auténticos objetos que el galeno trajo consigo se conserva en el Museo la mascarilla que le había realizado a Bonaparte, momentos más tarde de que feneciera, cuando su rostro parecía recobrar los rasgos de apariencia de su juventud. Consigo acarreó además el doctor una admirable reliquia: el reloj de bolsillo de esmalte y oro del siglo XVIII que vigiló las últimas horas del Gran Corso. El Jefe de Estado Raúl Castro Ruz,  quien lo recibió como regalo de bodas en Santiago de Cuba en enero de 1959, lo ha depositado en el Museo Napoleónico en memoria de su esposa Vilma, loando con este gesto el papel excepcional de nuestro patrimonio cultural.

Solo así se explica que el pasado año la Sociedad Internacional Napoleónica, a través de su Presidente, el señor David Markhan, distinguiera  como miembro a Cuba, y nos fuera otorgada la sede de este Encuentro dedicado a compartir resultados de investigaciones. Miembros de varios países, entre ellos Canadá, USA, Holanda, Francia, Polonia, Inglaterra,  España, Israel, Italia, Chile, Alemania y Cuba, han confirmado ya su asistencia a la magna reunión. No puede dejar de mencionarse a Eusebio Leal, a quien le agradecemos por alimentar el diálogo cultural y el vínculo académico sobre el delicado y ambicioso tema napoleónico que resultará fortalecido en este Encuentro.

La cita, patrocinada por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, la Sociedad Internacional Napoleónica, la Embajada de Francia en Cuba, entre otras instituciones, concede otros atractivos, pues entre las actividades colaterales se acentúan exposiciones, galas culturales y recorridos a museos del Centro Histórico y otros lugares de interés patrimonial de nuestro país. Entusiasma además en el programa del evento, una exposición del escultor Pável Valdés, dedicada a mostrar en miniatura la artillería francesa napoleónica, a partir de una investigación académica. De los eventos culturales destaca la gala de clausura, a cargo de la joven pianista Karla Martínez, en el recién inaugurado Teatro Martí.

 

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