Tomado del sitio web Habana Patrimonial
Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
5 de Julio de 2013
Sin duda alguna, el Prado de La Habana es uno de los espacios urbanos más singulares y atractivos de la capital cubana. Su historia y actualidad atrajeron la atención de numerosas familias, participantes en el paseo que inauguró el Andar la arquitectura, como parte del programa Rutas y Andares, organizado por la Oficina del Historiador de la Ciudad.
El Prado, como hoy lo conocemos, escoltado por ocho leones que se fundieron en Francia, constituye un proyecto de los años veinte del siglo XX. Fue diseñado por el paisajista y urbanista galo Jean-Claude Nicolás Forestier, quien le añadió bancos de mármol, un mobiliario con influencia neoclásica, y otras modificaciones, según explicó la especialista Alina Castellanos al comenzar el recorrido por el otrora Paseo de Isabel II.
La construcción del camino, dijo, data del año 1772, por iniciativa del Marqués de la Torre, capitán general de la Isla en aquel entonces, bautizado como el primer urbanista cubano. En sus inicios consistió en dos sencillas hileras de árboles que se extendieron aproximadamente un kilómetro entre las dos puertas de la muralla terrestre. Este eje vial devino lugar de esparcimiento y recreo para las familias adineradas que lo recorrían en carruajes durante sus paseos vespertinos.
En el siglo XIX el gran corredor se estableció como paseo público, fue mejorado por gobernadores generales y ya en la cuarta década del propio siglo ─bajo el mandato de Miguel Tacón─ perdió su carácter campestre. Así, la antigua Alameda de Extramuros se convirtió en una ancha calzada e importante vía de comunicación, y en sus alrededores se construyeron edificios públicos como el Teatro Tacón y el edificio de la Cárcel.
La joven graduada de Historia del Arte comentó con los andantes que después de la intervención norteamericana de 1902 al Prado se le añadieron algunos cambios, favorecidos con un plan de obras públicas impulsado por el gobierno del dictador Gerardo Machado, y fue tomando su fisonomía actual.
En torno a la avenida, precisó, se erigieron construcciones civiles de marcado uso social como sociedades de recreo, hoteles, teatros, y también mansiones, en su mayoría de estilo ecléctico, el cual adoptó en Cuba variadas formas en cuanto al diseño y recibió numerosas influencias.
La joven especialista ahondó, además, en la historia de edificaciones como el Gran Teatro de La Habana ─antes Centro Gallego─; los hoteles Inglaterra, Telégrafo, Saratoga y Sevilla; la famosa esquina de Prado y Neptuno, donde el músico cubano Enrique Jorrín creó su chachachá La Engañadora; el Casino Español ─hoy Palacio de los Matrimonios─; el desaparecido Colegio de Mendive donde estudió José Martí, en 1863; la casa de José Miguel Gómez, segundo presidente de la seudorrepública, y el antiguo Centro de Dependientes del Comercio.
La rehabilitación que se acomete en la avenida habanera también fue abordada en el Andar por el Prado. Los participantes constataron los arreglos de las luminarias y la restauración del arbolado y el pavimento, y conocieron sobre las obras del hotel Packard, la Alianza francesa y la Casa de las Letras. Asimismo, se comentó acerca del proyecto de accesibilidad en la muy concurrida intersección de las calles Neptuno y Prado que ha favorecido el paso ordenado de vehículos y peatones, y se destacó la ubicación de señales para las personas invidentes.
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