El monumento a los ocho estudiantes de medicina

Tomado del sitio web Habana Radio

Por Yamira Rodríguez Marcano

La fabricación de tarjas y monumentos en los años inmediatos a la dominación española se convirtió en otra de las acciones urbanas para remozar los lugares y preservar, de una vez y para siempre, la memoria patriótica. Bajo estas ideas, en medio de todo el proceso reconstructivo de la capital, se suceden obras como la de conservar el fragmento de muro donde, se dijo, fueron fusilados por el gobierno peninsular, el 27 de noviembre de 1871, los ocho estudiantes de medicina acusados injustamente de profanar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón. Y es que, dentro del plan del gobierno interventor norteamericano (1898-1902) para embellecer el litoral, se había decidido demoler el antiguo Barracón de Ingenieros, en la zona militar del Castillo de La Punta, y darle con ello mayor ensanche al Paseo del Prado. Administraba entonces la Isla el segundo gobernador del período Leonard Wood.

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Según Eduardo Sánchez de Fuentes, en su obra Cuba Monumental, Estatuaria y Epigráfica, ante esta disposición, el patriota Fermín Valdés Domínguez encabezó la iniciativa de dejar un testigo material de aquella ignominia, a lo que el gobernador provincial respondió: “…bien hacen en querer conservar sus recuerdos históricos, y mucho más cuando se trata de preservar la memoria de los mártires.” En poco tiempo quedó terminado el monumento: el fragmento de muro conservado, cercado de una verja de hierro, y señalado con varias lápidas de mármol recordatorias del hecho. Las obras corrieron a cargo del ingeniero Mr. Borden. De esta manera, se perpetuaba la muerte de aquellos inocentes y la ciudad contaba con un nuevo parque que, desde 1901, comenzó a llamarse “de los Estudiantes”.

02Primer monumento, 1901 (Custom)
Luego se le fueron incorporando otras lápidas que de igual modo vindicaban la memoria de los jóvenes. Asimismo, se le agregó un templete clásico que envolvía el fragmento de muro para darle mayor relevancia y solemnidad al monumento. Según reza en una inscripción de bronce colocada en el lugar, el mismo fue inaugurado en patriótico acto popular el 27 de noviembre de 1921, bajo la presidencia del Dr. Alfredo Zayas y Alfonso. Es un octágono de mármol soportado por ocho columnas estriadas que descansan sobre un zócalo irregular que bordea el obelisco, al cual se accede por dos sencillas escalinatas laterales. Al centro, la figura de un ángel parece velar por el reposo eterno de los inocentes.

En 1997 fue intervenido por la Oficina del Historiador de la Ciudad. Se le realizaron trabajos de limpieza, reparación, jardinería, se le colocó una nueva verja y se le dotó de un diseño de iluminación novedoso, autoría del ingeniero Félix de la Noval. El mismo consiste en un sistema de luces emitidas por ambos lados del paredón, donde el fuego de las armas está representado por una luz ámbar, la cual, simbólicamente, no puede apagar la luz blanca que encarna los ideales de independencia.

03Monumento (Custom)
Justamente, en aras de perpetuar esas ideas, José Martí dedicó varias piezas de oratoria y comentarios periodísticos a estos jóvenes que, si bien no fueron mártires del campo de batalla, se convirtieron en víctimas de la crueldad y supieron encarar la muerte con valentía. Su notorio discurso “Los Pinos Nuevos” fue pronunciado precisamente el 27 de noviembre de 1891, en el Liceo Cubano de Cayo Hueso. Pero la remembranza más clara del hecho que escribiera el Apóstol, es quizás aquella que todo cubano recuerda: Un mármol les negué que los cubriera / ¡Y un mundo tienen ya por sepultura! / ¡Y más que un mundo, más! / Cuando se muere / En brazos de la patria agradecida, / La muerte acaba, la prisión se rompe; / ¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!

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